Cuando no sé qué preguntar a mi hijo

¿Qué palabras utilizo con mi hijo adolescente? En algunos momentos, cuando percibimos un problema, un estado de tristeza o de preocupación en nuestro hijo adolescente, nos encontramos en la condición de no saber qué preguntarle, cómo profundizar en algo que sentimos como problemático. En la mente del adulto se instaura el miedo de no perturbar, de no ejercer una fuerte presión, de no obligarle a pensar en cosas que todavía no ha vivido, interrumpiendo el equilibrio precario que manifiesta. Así que nos arriesgamos a movernos en un terreno genérico y superficial.

Nos olvidamos entonces que los problemas no se dejan sin solución (se podría durante breves periodos de tiempo y sólo si es el caso). Nuestro hijo podría tener un problema específico, expectativas e inquietudes sobre su propio crecimiento físico y psíquico, por el surgir de deseos eróticos, de nuevos horizontes para la inteligencia, por preguntas sobre el futuro y su propia identidad, por la búsqueda de un espacio privado, por las relaciones con los adultos y compañeros.

leaves-1245978_1920La adolescencia es un periodo en el que se madura el pensamiento autoreflexivo y autoconsciente: es decir, se toma conciencia de cómo uno se muestra en relación con los demás y cómo se quiere ser en el próximo futuro. El resultado es que el adolescente está ocupado en luchar para definir su propia identidad, su nuevo funcionamiento corporal y a completar un proceso de autonomía respecto a los padres. El éxito de este proceso de separación-individuación le llevará a adaptarse a realidades sociales complejas como la escuela, los amigos, el trabajo, redefiniendo también el propio rol en el sistema familiar.

Un fracaso en este proceso le llevaría a seguir siendo dependiente, a no enfrentarse a los nuevos retos de la edad (por ejemplo encontrar nuevas formas de vivir las experiencias y las normas de cada contexto social). Se podría así estructurar un concepto de sí mismo negativo, “de quién actúa de una cierta manera y si son los demás los que deben adaptarse a él”.

Los padres, más que responsables de los actos de sus hijos, son parte de un proceso en el que pueden y deben modularlos. Es adecuado un seguimiento atento pero dejando espacio a la autonomía y estimulando el proceso de separación-individuación del hijo, sus experiencias y eventuales errores.

En nuestra sociedad existe una posición paradójica que consiste: por un lado en enfatizar la necesidad de una  autonomía plena y precoz y, por otra parte, en mantener al joven en una condición de no acceso a esta autonomía, prolongando los sistemas de dependencia.


© Psise: Servicio de Psicología Clínica del Desarrollo. Unidad de Observación y Diagnóstico Funcional.