El Día Mundial de la Salud Mental busca centrar la atención de la sociedad en la importancia de la identificación, tratamiento y prevención del malestar y de los trastornos que pueden afectar a la salud y bienestar de la persona.
El tema elegido para el #WorldMentalHealthDay2018 es la salud mental de los jóvenes, una de las principales preocupaciones de la Federación Mundial de la Salud Mental – WFMH.
A lo largo de la historia occidental, demasiado a menudo los trastornos mentales se han considerado como un signo de debilidad, fuente de vergüenza y estigmatización social. Sin embargo, el mayor conocimiento científico de los procesos mentales y emocionales ha servido de impulso progresivo para llegar a reconocer la importancia de la promoción de la Salud Mental a lo largo de la vida.
A pesar de esta evolución paulatina, aun en la actualidad siguen existiendo algunos tabúes alrededor de solicitar ayuda psicológica.
¿Qué es la salud mental?
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su preámbulo de constitución, define la salud como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».
Esta definición, adoptada por la Conferencia Sanitaria Internacional y firmada por los representantes de 61 estados, se encuentra en vigor en la actualidad desde el año 1948. Se trata de una concepción de la salud basada en el modelo biopsicosocial, desde el que se enfoca la persona sana como aquella que es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y contribuir a su comunidad.
De esta manera, la Salud Mental es un aspecto de la salud general de la persona, cuyo nivel de bienestar o “normalidad” se define según el nivel de desarrollo, el ambiente, la edad, las condiciones de vida y la cultura de referencia.
Desde el punto de vista psicológico, la Salud Mental se puede considerar como un proceso dinámico (asociado al mundo interno al individuo) y funcional (expresado a través de sus relaciones y conductas) que comprende tanto aspectos cognitivos como conductuales, fisiológicos, emocionales y de personalidad. En este sentido, para definir el nivel de salud o normalidad de una persona, es importante tener en cuenta que existen “distintas normalidades”:
- Normalidad de estado. Equilibrio óptimo entre la adaptación y la productividad de la persona, teniendo en consideración sus características personales (ej. poder desempeñar un trabajo a pesar de limitaciones asociadas a una dificultad física o mental).
- Normalidad de hecho. Equilibrio óptimo entre la normalidad de estado del individuo y las solicitudes del ambiente (ej. poder afrontar los retos diarios gestionando las emociones y el estrés).
- Normalidad de derecho. Compatibilidad entre una patología y la posibilidad del individuo de ejercer sus derechos civiles, sociales y legales (ej. poder ser autónomo y responsable de decisiones y obligaciones a pesar de manifestar un trastorno mental).
- Normalidad estadística. Rendimiento y conducta de la persona respecto a la media de la población en una cultura específica.
- Normalidad de conformismo. Nivel de participación en el pensamiento colectivo cumpliendo con las expectativas sociales.
- Normalidad en ausencia de enfermedad. Se excluye la presencia de un proceso patológico en curso.
- Normalidad utópica. Condición de la persona libre de conflictos internos y externos, que permite el desarrollo personal y realizar los cambios deseados.
¿A partir de qué edad se manifiestan los trastornos mentales?
Según la OMS (2011, 2016), entre un 15 y 20% de los niños y adolescentes a nivel mundial presentan algún tipo de dificultad, malestar o trastorno mental.
Tomando en consideración que existen múltiples factores que inciden en la aparición y desarrollo de los trastornos psicológicos, las edades de aparición serán muy variables y se verán también asociadas a los elementos que generan la aparición de la dificultad.
Por un lado, existen trastornos de carácter neurológico o asociados a aspectos pre y perinatales, que pueden presentarse desde el nacimiento, tendiendo a evolucionar conforme el niño se desarrolla, como sería el caso de los trastornos del espectro del autismo, retrasos madurativos o distintas dificultades evolutivas.
Estas condiciones neuropsiquiátricas se han señalado como la principal causa de discapacidad en jóvenes de todo el mundo. En el caso de no ser tratadas, influyen de manera muy significativa en el desarrollo, logros educativos y en la adquisición de competencias para una vida adaptada e independiente. Además, se ven con frecuencia asociadas a situaciones de aislamiento y discriminación, falta de acceso a tratamientos y ayudas educativas especializadas que les permitan desarrollarse en igualdad de condiciones a los niños sin dificultades.
Por otro lado, también existen trastornos que, a pesar de estar asociados a estos mismos factores, no se harán evidentes hasta edades más avanzadas, cuando se espera que el niño haya alcanzado ciertas habilidades, como podrían trastornos como el TDAH, trastornos del aprendizaje o los trastornos del lenguaje.
Por otro lado, en cuanto a otros trastornos asociados al desarrollo emocional y experiencial de la persona, no se puede determinar una edad concreta de aparición. Se trata de dificultades relacionadas con aspectos ambientales y recursos personales, como podría ser el caso de trastornos de tipo emocional o conductual.
Según la OMS (2011, 2016) aproximadamente la mitad de los trastornos de salud mental característicos de la etapa adulta empiezan a manifestarse alrededor de los 14 años. A pesar de ello, en la mayoría de casos estos primeros síntomas no llegan a ser detectados ni tratados.
En cuanto a la patología mental más severa (trastornos de la personalidad, trastornos psicóticos, trastornos emocionales graves, etc.), las clasificaciones diagnosticas y estadísticas internacionales (DSM-5, ICD-11) tienden a indicar cierta precaución en el psicodiagnóstico previo a los 18 años. Sin embargo, en algunos casos es posible detectar signos precursores de dificultades, malestar o trastornos premórbidos, sobre los que resulta imprescindible intervenir de forma termprana.
En este sentido, existen clasificaciones diagnósticas específicas de los primeros años de vida como el manual DC:0-5 (2016), donde se toman en consideración aspectos precursores o posibles indicadores de riesgo para el desarrollo dificultades, trastornos y discapacidades.
¿Por qué es relevante otorgarle importancia a la salud emocional de bebés y niños?
La salud emocional en la infancia constituye una base esencial para el desarrollo posterior de la persona a lo largo del ciclo vital y, por este motivo, constituye un factor tanto de protección como de riesgo ante la aparición de dificultades a lo largo de la vida de la persona. Las experiencias tempranas, las relaciones y las dificultades en las primeras etapas de la vida influirán en el desarrollo de competencias, tanto a nivel cognitivo, como emotivo-relacional y de la personalidad.
La prevención comienza por conocer y entender los signos y síntomas precoces que alertan de una posible dificultad o trastorno psicológico y saber cómo actuar y abordarla de manera adecuada. La sociedad debe concienciarse acerca de la relevancia de una intervención precoz sobre eventuales dificultades con el fin de evitar la intensificación o cronificación de síntomas en cualquier momento del ciclo vital, pero de manera especial en la infancia y adolescencia, cuando el bienestar de la persona no depende tanto de uno mismo como de los adultos que le rodean.
La falta de detección, intervención, o los abordajes inadecuados de los trastornos mentales en la infancia y adolescencia pueden suponer su intensificacion y extensión a la edad adulta, suponen un mayor riesgo para la salud física y mental, pueden llegar a limitar las oportunidades evolutivas, relacionales, educativas y, como consecuencia, afectar al nivel de satisfacción vital de la persona.
Los padres, profesores y otros adultos del entorno del niño o adolescente, tienen el importante papel de educar a los jóvenes en salud, fomentar aptitudes que les ayuden a superar los distintos retos a los que deberán enfrentarse, proporcionarles conocimiento acerca de posibles signos de dificultad, recursos e información acerca de cómo buscar ayuda y actuar ante los mismos.
Enlaces
- Organización Mundial de la Salud (OMS)
- Federación Mundial de la Salud Mental – WFMH
- Report Día Mundial de la Salud Mental 2018 – WFMH
- Asociación Zero to Three
- Asociación Mundial por la Salud Mental Infantil – WAIMH
- Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
- Agencia EFE – Diez datos de la OMS sobre salud mental
#WorldMentalHealthDay2018 @WMHDay
Psise: Servicio de Psicología Clínica del Desarrollo. Unidad de Observación y Diagnóstico Funcional.