En la interacción con un niño, como en cualquier otra relación humana, es necesaria la creación de un espacio compartido de seguridad y libertad. Dicha relación, tanto si es en un entorno terapéutico como en una situación cotidiana, ha de desarrollarse de manera progresiva y no intrusiva, prestando especial atención a lo que el niño comunica, observando de manera consciente el modo en que utiliza las palabras y como actúa con los objetos durante el juego. Todos estos elementos se consideran indicadores externos muy valiosos en la valoración del estado mental y afectivo.
¿Por qué el juego?
Según Russ (2004) el juego es un importante medio de comunicación, un instrumento para enseñar, un medio para intervenir en las problemáticas emocionales y de conducta, una manera eficaz de revivir acontecimientos difíciles, un medio que facilita una alianza positiva entre el adulto y el niño.
Además los niños tienden a reproducir en el juego todo lo que en la vida real ha creado en ellos una fuerte impresión y, en este nuevo espacio de juego compartido que ellos construyen, se sienten dueños de la situación, capaces de elaborar los acontecimientos, también desagradables, de la realidad exterior (Winnicott, 1971).

¿Qué significa hablar con el niño?
Hablar con el niño también significa explorar sus creencias e ideas, utilizando sus respuestas para orientar nuevas preguntas hacia la profundización de lo que piensa en realidad (Piaget, 1926). Esto conlleva la necesidad de empatizar, mostrar una actitud de curiosidad real, tener presente al niño en nuestra propia mente, evitando que se pierda en fabulaciones inducidas.
Referencias
- Piaget, J. (1961). La formación del símbolo en el niño: imitación, juego y sueño. Fondo de Cultura Económica.
- Russ, S.W. (2004). Play in child development and psychotherapy: toward empirically supported practice. Lawrence Erlbaum Associates.7
- Winnicott, D. (1971): “Realidad y juego”. Trad. F. Mazía, Gedisa, Barcelona.