Implicarse como padre

¿Por qué implicarse como padre? No cabe duda de que la implicación del padre en la educación y cuidado de su hijo es beneficiosa. Diferentes estudios demuestran que la inversión de tiempo en implicación positiva (interacción de calidad, cuidados y educación) favorece el desarrollo cognitivo y la socialización del niño además de ayudar a regular su comportamiento, produciendo menos conductas problemáticas a lo largo del desarrollo.

La calidad y cantidad de la implicación positiva paterna constituye una forma de “capital social” que se convierte en “capital humano” y también “económico”, ya que a medio y largo plazo permite conseguir metas que difícilmente se conseguirían en su ausencia. Este capital social, junto con un modelo de autoridad no coercitivo, es un elemento clave para promover tanto relaciones familiares positivas como para prevenir problemas de comportamiento del niño. Pero la regulación del comportamiento es más efectiva si el padre, más allá de ofrecer una ayuda extra al trabajo que también realiza la madre, se implica por igual en los cuidados, la educación y a la hora de establecer unos límites para favorecer la autonomía y el desarrollo del hijo.

¡Función paterna y materna: un intercambio de roles! Aunque  tradicionalmente se ha identificado la autoridad con el padre (función paterna) y la afectividad con la madre (función materna), lo más apropiado es que ambas funciones vayan de la mano y que se den indistintamente por los dos miembros de la pareja. Es decir que los roles paterno y materno se pueden intercambiar de manera dinámica y equilibrada en la pareja, con la finalidad de construir una cultura común que permita inculcar en los niños valores y normas a través de un modelo de autoridad no represiva.


Referencias

Amato, P.R., & Rivera, F. (1999). Paternal Involvement and children’s behavior problems. Journal of Marriage and the Family, 61(2), 375-384.