Destinatarios: Niños y Adolescentes con Dificultades Cognitivas, Emotivo-Relacionales, Déficit de Atención, Trastornos Específicos del Aprendizaje, Trastornos del Espectro Autista, Discapacidad.
Necesidades: Estimulación enfocada al desarrollo de competencias simbólicas, de juego, de comunicación, lingüístico-narrativas, de regulación emocional y conductual, de alternancia de turno, de ampliación de los tiempos de atención y de atención compartida, de aprendizaje (lectura, escritura, cálculo), de procesamiento cognitivo, de adaptación a la vida cotidiana y de gestión de las relaciones sociales.
En Psise consideramos que el desarrollo del niño y del adolescente se basa en interacciones y emociones positivas, así que su desarrollo cognitivo debe ir de la mano de lo emocional, prestando atención a la zona de desarrollo próximo.
La activación cognitiva es una intervención cuyo objetivo es la estimulación y promoción de funciones cognitivas y sociales en niños y adolescentes con dificultades cognitivas, emotivo-relacionales o en casos de discapacidad.
En Psise hacemos hincapié en las competencias del niño y del adolescente para crear una base motivacional y poder estimular también sus áreas de dificultad. De esta manera se persigue desarrollar y consolidar habilidades cuidando de su autoestima y autoeficacia.
Este tipo de intervención se desarrolla en un ciclo de encuentros individuales o en grupo y sus objetivos se establecen sobre la base tanto del perfil funcional como de los objetivos educativos o educativos especiales (PEI).
Fase de la intervención de Activación Cognitiva y Emotivo-Relacional
En Activación Cognitiva y Emotivo Relacional de Psise se pueden distinguir tres fases:
- Fase de observación y establecimiento de objetivos.
- Definición de la actividad.
- Desarrollo y cierre de la actividad.
Los encuentros de activación cognitiva se inician con una fase de observación, en la que se da amplio espacio al conocimiento del niño y del adolescente, apuntando a la consolidación de las habilidades cognitivas y emotivo-relacionales ya presentes.
Sucesivamente la intervención se estructura en torno a una actividad principal que constituye el centro de la atención compartida. En esta fase el psicólogo observa la actividad en cuanto a los objetivos propuestos, estimulando las funciones sobre las que se pretende trabajar, reorganizando y dirigiendo hacia nuevas etapas evolutivas.
En resumen, la actividad se desarrolla de forma compartida, apoyando y ampliando las posibles implicaciones prácticas y favoreciendo procesos de generalización a otros contextos de la vida diaria del niño y adolescente. Desde esta perspectiva, la actividad elegida actúa como elemento mediador en la relación, centrándose en secuencias de comportamientos y acciones y facilitando el intercambio comunicativo, lo que permite la expansión de las capacidades cognitivas y habilidades de regulación emocional.
Las actividades llevadas a cabo dentro de la intervención se determinarán en función de la edad, nivel de desarrollo y necesidades y características de situación particular proponiendo una entre las siguientes alternativas:
- Actividades basadas en el juego funcional y simbólico.
- Actividades basadas en la comunicación y narración.
- Actividades basadas en procesos de aprendizaje.
- Actividades dirigidas a la promoción de la autonomía en el entorno.
- Actividades dirigidas a la autonomía y a la interacción en pequeños grupos.
- Actividades de dramatización.
Configuraciones de la intervención de Activación Cognitiva y Emotivo-Relacional
Activación Cognitivo-Emocional Madre-Hijo y Padre-Hijo basada en el juego.
- Activación Cognitiva y Emotivo-Relacional con finalidad de Simbolización, Regulación Emocional y Elaboración de la Información.
- Activación Cognitiva con Finalidad Comunicativa, de Lecto-Escritura, Cálculo y Planificación Ejecutiva.
- Actividad Educativa Grupal con Finalidad Recreativa, de Socialización e Integración.
- Actividad en el Territorio Enfocada al Desarrollo de la Autonomía y a la Gestión del Tiempo Libre.
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