La empatía es la capacidad de la persona para percibir y comprender los estados emocionales de aquellos que le rodean. Cuando hablamos de empatía nos referimos a una habilidad tanto cognitiva como emocional del individuo, gracias a la que será capaz de ponerse en la situación emocional del otro.
El desarrollo de la empatía resulta de gran relevancia en la maduración socioemocional del niño puesto que, en primer lugar, supone el conocimiento de las propias emociones. Además, juega un papel muy importante en la aceptación de normas, el respeto a los demás y repercute en gran parte del repertorio de conductas y habilidades sociales.
En general, diversos estudios confirman que la empatía es un fuerte predictor de la conducta social positiva en niños de distintas edades (Litvack et al., 1997; López et al., 1998; Ortiz et al., 1993) y les ayudará en su integración social. Los niños aceptados dentro del grupo de iguales muestran una orientación más positiva hacia los demás y una mayor sensibilidad hacia la angustia de otros (Dekovic y Gerris, 1994). Así, los llamados “niños prosociales” tienen un mayor conocimiento empático que los “niños acosadores” y sus víctimas (Warden y Mackinnon, 2003).
La empatía también se ha relacionado con la estabilidad emocional (Schulz et al. 2004) y con un mayor autoconcepto y autoestima (Czeniawska, 2002, Garaigordobil et al. 2003; Kukiyama, 2002).
La capacidad para responder empáticamente a las emociones de los otros se aprende a lo largo del desarrollo y tiene una relación clara con el afecto de las figuras de apego. Dicha relación se asienta en el tipo de relación que se establece entre los niños y sus padres y/o cuidadores, ya que en ese contexto se comparten y regulan las emociones, se descubren los nexos entre las emociones propias y las de los demás y se ofrecen modelos empáticos y prosociales a los niños. Estas primeras experiencias se ampliarán posteriormente a sus relaciones con los demás.
Referencias
Czerniawska, M. (2002). The empathy and value system. Przeglad Psychologiczny, 45 (1), 7-18
Dekovic, M. y Gerris, J.R.M. (1994). Developmental analysis of social cognitive and behavioral differences between popular and rejected children. Journal of Applied Developmental Child Psychology, 15 (3), 367-386
Garaigordobil, M., Cruz, S. y Pérez, J.I. (2003). Análisis correlacional y predictivo del autoconcepto con otros factores conductuales, cognitivos y emocionales de la personalidad durante la adolescencia. Estudios de Psicología, 24 (1), 113-134.
Garaigordobil, M., García de Galdeano, P. (2006) Empatía en niños de 10 a 12 años. Psicothema,18 (2), 180-186.
Kukiyama, K. (2002). Relationship between emotional competence and social information processing: an application to assertion behavior. Japanese Journal of Counseling Science, 35 (1), 66-75.
Litvack, M.W., Mcdougall, D. y Romney, D.M. (1997) The structure of empathy during middle childhood and its relationship to prosocial behavior. Genetic, Social and General Psychology Monographs, 123 (3), 303-324.
López, F., Apodaka, P., Etxeberria, I., Fuentes, M.J. y Ortiz, M.J. (1998) Conducta prosocial en preescolares. Infancia y aprendizaje, 82, 45-61.
Ortiz, M.J., Apodaka, P., Etxeberria, I., Eceiza, A., Fuentes, M.J. y López, F. (1993) Algunos predictores de la conducta prosocial-altruista en la infancia: empatía, toma de perspectiva, apego, modelos parentales, disciplina familiar e imagen del ser humano. Revista de Psicología social, 8 (1), 83-98.
Schultz, D., Izard, C.E. y Bear, G. (2004). Children’s emotion processing: relations to emotionality and aggression. Development and Psychopathology, 16 (2), 371-387
Warden, D. y Mackinnon, S. (2003). Prosocial children, bullies and victims: an investigation of their sociometric status, empathy and social problem-solving strategies. British Journal of Developmental Psychology, 21 (3), 367-385.
Psise: Servicio de Psicología Clínica del Desarrollo. Unidad de Observación y Diagnóstico Funcional.