Además de pareja, ahora somos padres

Convertirse en padres constituye un momento de crisis evolutiva que forma parte del ciclo de la vida del individuo y de la pareja. Implica la adaptación a una situación en la que ya no hay sólo dos personas (la pareja) sino que ahora hay también un tercero que necesita cuidados y protección.

Según Palacio-Espasa (2010) la parentalidad es una función compleja que implica la interpretación de necesidades, la protección y el cuidado del hijo a nivel físico y afectivo relacional, al cual se le reconoce su individualidad. Esto implica la conciencia de los padres de su propia capacidad de saber actuar.

¿Qué es la coparentalidad? La coparentalidad es la coordinación entre los padres durante la tarea de educar al hijo (McHale, 1995). Se trata de una función que nace en el momento en que se espera la llegada del hijo, y que va evolucionando a medida que los padres preparan y anticipan el futuro con el niño.

¿Y la pareja? La pareja es una forma de relación diferente pero relacionada con los conceptos consabidos; así, aunque la relación de pareja guarda su propia esencia, dicha relación afecta a la representación que se tiene del otro como padre o madre, y viceversa. Si no hay una buena relación de pareja, pero hay parentalidad porque existe un hijo, es fundamental que los padres preserven un espacio adecuado para seguir desarrollando su función como buenos cuidadores y educadores.


¿Ahora somos pareja o padres? La llegada de un hijo/a es uno de los eventos más destacados en la vida de una persona e impacta en la relación de pareja tanto a nivel personal como familiar. Este gran acontecimiento conlleva que se produzcan muchos cambios en la relación conyugal como por ejemplo: menos tiempo para uno mismo y para la relación, afrontamiento y adaptación a las nuevas demandas y modificación de los roles anteriores.

hands-437968_1920Para que la transición a la paternidad y maternidad sea lo más satisfactoria posible es relevante que la calidad de la relación previa al nacimiento del bebé sea positiva. Para ello, variables como: tener una buena comunicación, sentir el apoyo del otro tanto en lo referente al cuidado del bebé como en las tareas diarias son importantes para que la satisfacción conyugal no decrezca.

En definitiva, la relación de pareja puede verse afectada por la llegada de los hijos y es necesario una buena sintonía previa y un buen afrontamiento de las nuevas exigencias que van a surgir, para que no se vea perjudicada de manera negativa y para que en un fututo las dificultades no impacten sobre el desarrollo del bebé.


Referencias

Cox, M. J. Paley, B. & Harter, K. (2001). Interparental conflict and parent-child relationships. En J. Grych & F. Fincham (Eds.), Interparental conflict and child development: Theory, research, and applications (pp.249-272). Cambridge: Cambridge University Press.

Heinicke, C. M. (2002). The transition to parenting. En M. H. Bornstein (Ed), Handbook of parenting, Vol.4: Social conditions and applied parenting 2ª ed. (pp. 363-388). Mahwah, NJ: Erlbaum.

Hidalgo, M.V. y Menéndez, S. (2003). La pareja ante la llegada de los hijos e hijas. Evolución de la relación conyugal durante el proceso de convertirse en padre y madre. Infancia y Aprendizaje, 26 (4) 469-483.

McHale, S. M., Crouter, A. C., McGuire, S. A., & Updegraff, K. (1995). Congruence between mothers’ and fathers’ differential treatment of siblings: Links with family relations and children’s well-being. Child Development, 66, 116-128.

Palacio Espasa F., Belmonte, J.A. (2010). Niños pequeños, problemas pequeños: las soluciones más prácticas. Ediciones Peninsula.