Cooperar para aprender

El aprendizaje cooperativo es un método de enseñanza en el que los alumnos desarrollan actividades académicas de forma colaborativa para conseguir una meta de aprendizaje compartido. Es decir que se trabaja juntos para alcanzar un objetivo común optimizando tanto su propio conocimiento (y resultados) como el de los demás (Abrami, Poulsen y Chambers, 2004; Johnson y Johnson, 1998). De forma general, este tipo de estrategias de enseñanza incrementan la participación en clase, el rendimiento académico y la motivación hacia el aprendizaje (Polloway, Patton y Serna, 2001).

El papel desempeñado por el grupo en el proceso de aprendizaje proporciona un foro en el que se puede preguntar, discutir, recibir y argumentar nuevas ideas (Dubinsky, Mathews y Reynolds, 1997; Pijls, Dekker y Van Hout Wolters, 2007; Souvignier y Kronenberg, 2007; Staples, 2007). De esta manera el grupo constituye un medio idóneo para que todos los alumnos alcancen el éxito y el progreso académico, animados por las aportaciones que tienen lugar en un entorno de cooperación y apoyo social que se considera fundamental para la adquisición de nuevos conocimientos.

En algunos casos, los compañeros pueden tener más éxito que el propio profesor a la hora de ayudar a comprender un concepto. La razón fundamental es que los alumnos están más cerca entre sí en lo que respecta a su desarrollo cognitivo y a la experiencia en la propia materia de estudio.


¿Todos los grupos son cooperativos?

twins-757404_1920Para que una tarea sea de aprendizaje cooperativo es necesario que haya un objetivo común al grupo y que sus miembros sean responsables respecto a este objetivo (interdependencia positiva). El fin del adulto es motivar e involucrar a cada miembro en la tarea, proporcionando el reconocimiento final de los logros. De esta manera el aprendizaje colaborativo permite al individuo participar en un debate compartido y tomarse la responsabilidad de su propio aprendizaje, convirtiéndose en un pensador crítico. Se considera entonces que la interdependencia positiva del grupo es una característica esencial para que un grupo sea cooperativo. Los miembros del grupo se sienten ligados entre sí de manera que todos adquieren la responsabilidad de ayudar a sus compañeros a alcanzar los objetivos de forma individual, ya que en caso contrario no se considerará alcanzado el éxito.

Dentro de las posibles estrategias para fomentar dicha interdependencia existen distintas posibilidades, como establecer que parte del resultado final esté relacionado con el desempeño de todo el grupo, o elegir representantes al azar para la evaluación de los objetivos alcanzados. El hecho de ligar el desempeño individual al reconocimiento y evaluación del grupo ayuda a fomentar la implicación de los miembros en el trabajo, ya que estos se ven “obligados” a implicarse en la tarea con el fin de no defraudar a sus compañeros. Además el establecimiento de una relación de interdependencia positiva genera responsabilidad personal. Cumplir con la tarea asignada por el grupo adquiere elevada relevancia para el alumno ya que, en caso de no realizar lo asignado de forma adecuada, no es él sólo el que se ve perjudicado, sino que afecta al resultado de sus compañeros.


¿Y si un miembro de la clase no quiere participar?

desperate-2040598_640La motivación para la participación en este tipo de aprendizaje corre a cargo del docente, que deberá entender y exponer los beneficios de dicho método de trabajo ante los alumnos, con el fin de fomentar la participación. A modo de ejemplo, una forma de invitar a probar dicho método de trabajo podría ser proporcionar beneficios a los participantes voluntarios (por ej. puntos positivos para la evaluación final).

Con el fin de asegurar el éxito de las primeras experiencias en este tipo de aprendizaje, es importante tanto utilizar tareas de complejidad creciente (con mayor posibilidad de éxito en las fases iniciales) como crear grupos heterogéneos y equilibrados en cuanto a capacidades.

Se considera relevante que el docente observe todo el proceso y, de manera especial, las primeras experiencias, con el fin de detectar y corregir las posibles dificultades de los alumnos y asegurar así una experiencia positiva para todos los miembros del grupo.


Algunas situaciones de aprendizaje cooperativo

A modo de ejemplo, introducimos a continuación algunas de las situaciones de aprendizaje cooperativo de mayor aplicación en las aulas. Dichas actividades se pueden realizar como complemento a las explicaciones, cumpliendo funciones de puesta en práctica de conceptos y como ampliación e introducción de temas a tratar.

a. Actividades de discusión o debate. Consiste en discutir en grupo sobre un tema y llegar a un acuerdo común. En este entorno, los alumnos hacen público sus pensamientos, proporcionando a los demás argumentos y herramientas (Bershon, 1992). La participación en la discusión, o incluso el escuchar a los demás -argumentando y justificando sus opiniones- pueden proporcionar conocimientos y argumentos variados que incorporar en su propio discurso. Además, a través de las situaciones de debate se fomenta el desarrollo de habilidades sociales y comunicativas, de solución de problemas, toma de decisiones y acuerdos.

boy-1986107_1920b. Actividades de aprendizaje de conceptos. Consiste en estudiar y elaborar conceptos en grupo mediante una técnica denominada jigsaw. El tema objeto de aprendizaje se divide en tantas partes o fragmentos como miembros tiene el equipo. Cada uno de los alumnos recibe una parte del tema que debe preparar y estudiar y cuando están seguros de dominarlo lo exponen ante el grupo. Entre todos se intenta así resolver dudas y hacer preguntas con el objeto de aprender todo el material. A través de esta situación de aprendizaje se fomenta la responsabilidad individual, ya que el desempeño en la propia tarea condiciona los resultados de todos los miembros del grupo (interdependencia positiva). El compartir el material estudiado con los compañeros del grupo resulta de ayuda tanto para la elaboración de los conceptos por parte del que expone, como para la adquisición de nuevos conocimientos para los que escuchan.

c. Actividades de solución de problemas. Consiste en la resolución de un problema de índole matemática o científica de forma conjunta. Para ello los alumnos deben organizarse y encontrar el procedimiento adecuado basándose tanto en su conocimiento previo como en la investigación centrada en el objetivo de la tarea. A través de este tipo de actividad se fortalece el uso de estrategias organizativas, de reparto de tareas, de búsqueda de información y de resolución de problemas, entre otras.


¿Por qué realizar tareas en grupos de aprendizaje cooperativo?

  • Mayor elaboración del conocimiento

pieces-of-the-puzzle-1925422_1920Numerosos estudios han demostrado que el aprendizaje cooperativo aumenta el intercambio activo de ideas en pequeños grupos ya en la infancia media (Vermette, Harper & DeMillo, 2004). Los estudiantes que trabajan de forma cooperativa alcanzan niveles de pensamiento superiores y retienen más información respecto a los que trabajan de forma individual y en silencio (Johnson & Johnson, 1986; Slavin 1989; Totten, Sills, Digby & Russ, 1991).

Desde el punto de vista cognitivo, la reelaboración necesaria del conocimiento para compartirlo en grupo (exponiéndolo, debatiéndolo o solucionando dudas) resulta de gran ayuda en la comprensión y adquisición de nuevos aprendizajes. Además, asociar el aprendizaje a una experiencia permite adquirir mayor flexibilidad en la manipulación de los conceptos aprendidos en clase. No sólo el compañero que escucha o recibe la información se beneficia de esta experiencia, sino que también lo hace el estudiante que le explica la materia, ya que consigue así un mayor nivel de elaboración y comprensión de los conceptos.

El aprendizaje cooperativo ayuda a los alumnos a reafirmar, elaborar y ampliar el conocimiento: mientras unos cuestionan, describen y explican, otros deben reflexionar, evaluar y reorganizar sus conocimientos y habilidades. Todo ello deriva en un aprendizaje significativo, mientras que algunas funciones mentales superiores (el razonamiento, pensamiento crítico, la reflexión, etc.), originadas en la interacción social, son interiorizadas por los miembros del grupo. Además, no se mejora únicamente el rendimiento académico, sino que también permite el desarrollo de habilidades sociales (Gillies y Boyle, 2010; Karababa, 2009).

  • Aprender a trabajar en equipo

generation-webProporcionar habilidades sociales de base, recursos y oportunidades para aprender a cooperar debería ser un objetivo desde la escuela infantil y primaria, ya que resulta útil a lo largo de toda la vida académica, adulta y laboral.

El trabajo en equipo contribuye al desarrollo de habilidades sociales y comunicativas, de toma de decisiones en grupo y resolución de conflictos a través de la propia experiencia. En algunos casos resultará de interés trabajar dichas habilidades de base de forma previa al trabajo cooperativo, ya que el entrenamiento en habilidades sociales garantiza la eficacia del proceso y aumenta considerablemente el rendimiento del alumno.

El trabajo en habilidades sociales permite desarrollar un mayor número de conductas verbales relacionadas con el intercambio de información, una mayor reestructuración de ideas por el hecho de tener que explicar y recibir explicaciones, mejora el almacenamiento y la recuperación de información (León del Barco, 2006).

El entrenamiento en dinámicas cooperativas permite alcanzar una mayor madurez del grupo, creando unas normas para su adecuado funcionamiento. Dichas normas se relacionan con el aprendizaje de roles que garanticen la marcha del grupo y con la eliminación de actitudes negativas que amenazan el funcionamiento de cualquier grupo.

  • Beneficio personal y motivacional: confianza y seguridad

human-763156_1280Una vez establecido un clima de confianza dentro del grupo de trabajo, el alumno puede sentirse más seguro a la hora de pedir ayuda o resolver sus dudas acerca de los conceptos académicos sobre los que se trabaja. Dependiendo de la edad y características de personalidad de los alumnos, algunas veces la exposición de dudas ante el resto de la clase (e incluso ante el profesor) puede resultar complicada o vergonzosa por diversos motivos (temor a hablar ante la clase, miedo a una valoración negativa, sentimientos de ineficacia, etc.). La interacción en un grupo reducido puede resultar de gran ayuda en estos casos, además de corregir de forma espontánea dichos pensamientos desadaptativos.

El hecho de que uno de los objetivos del grupo sea lograr el máximo desempeño individual fomenta los comportamientos de resolución de dudas y búsqueda de ayuda de los miembros con menores competencias. En el caso de los alumnos con mejor dominio de una materia determinada, poder ayudar y resolver las dudas de sus compañeros proporcionará sentimientos de confianza en sí mismos y en las propias competencias.

  • Beneficios docentes

La interacción y debate entre iguales hace surgir temas y dudas de los alumnos que difícilmente se manifiestan dentro de un contexto académico estándar. Así los grupos de trabajo pueden resultar de forma indirecta un feedback para el profesor, sobre su propio desempeño en la explicación de los conceptos académicos y el nivel de comprensión alcanzado por los alumnos. Además, el discurso de los iguales puede proporcionar un enfoque distinto sobre los conocimientos del currículo académico oficial (en la forma de explicar y hacer comprender los conceptos) relacionado con la zona de desarrollo próximo y la reelaboración.

Todo ello redunda, además de en una mayor elaboración y comprensión de los conceptos por parte del alumno que explica, en un aumento de las posibilidades de comprensión por parte del alumno que escucha, ya que le proporciona una explicación alternativa a la del profesor.


Referencias

  • Abrami, P.C., Poulsen, C. y Chambers, B. (2004). Teacher motivation to implement an educational innovation: factors differentiating users and non-users of cooperative learning. Educational psychology, 24; 201-216.
  • Bruner, J. (1985). Vygotsky: an historical and conceptual perspective. En J. Wertsch (Ed.) Culture, communication, and cognition: Vygotskian perspectives (pp. 21-34). Londres: Cambridge University Press.
  • De Rosnay, M., & Hughes, C. (2006). Conversation and theory-of-mind: do children talk their way to socio-cognitive understanding? British Journal of Developmental Psychology, 24, 7–37.
  • Domingo, J. (2008). El aprendizaje cooperativo. Cuadernos de trabajo social, 21; 231-246.
  • Dubinsky, E., Mathews, D. y Reynolds, B.E. (1997). Readings in cooperative learning for undergraduate mathematics. Washington D.C: The mathematical association of America.
  • Johnson, R. T., & Johnson, D. W. (1986). Action research: cooperative learning in the science classroom. Science and Children, 24, 31-32.
  • Johnson, D., Johnson, R y Holubec, E. (1998). Cooperation in the classroom. Boston: Allyn and Bacon.
  • Karababa, Z.C.C. (2009). Effect of cooperative learning on prospective teachers’ achievement and social interaction. Hacettepe University journal of education, 36, 32-49.
  • Kwaku Sarfo, F., Elen, J. (2011). Investigating the impact of positive resource interdependance and individual accountability on students’ academic performance in cooperative learning. Electronic journal of research in educational psychology, 9 (1), 73-94.
  • León del Barco, B. (2006). Elementos mediadores en la eficacia del aprendizaje cooperativo: entrenamiento previo en habilidades sociales y dinámica de grupos. Anales de psicología, 22 (1), 105-112.
  • Nilsen E. S.,& Graham S. A. (2009). The relations between children’s communicative perspective-taking and executive functioning. Cognitive Psychology, 58, 220-249.
  • Pijls, M., Dekker, R. y Van Hout Wolters, B. (2007). Reconstruction of a colaborative mathematical learning process. Educational studies in mathematics, 65(3), 309-329.
  • Pons, R.M, González-Herrero, M.E., Serrano, J.M. (2008). Aprendizaje cooperativo en matemáticas: un estudio intracontenido. Anales de psicología, 24 (2), 253-261.
  • Slavin, R. E. (1989). Research on cooperative learning: an international perspective. Scandinavian Journal of Educational Research, 33(4), 231-243.
  • Slavin, R.E. (1996). Research on cooperative learning and achievement : what we know, what we need to know. Contemporary educational psychology, 21, 43-69.
  • Souvignier, E. y Kronenberg, J. (2007). Cooperative learning in third graders’ jigsaw groups for mathematics and science with and without questioning training. British journal of educational psychology, 77 (4), 775-751.
  • Staples, M. (2007). Supporting whole-class collaborative inquiry in a secondary mathematics classroom. Cognition and instruction, 25 (2 / 3), 161 – 217.
  • Thousand, J., Villa, A., & Nevin, A. (1994). Creativity and collaborative learning. Baltimore, Maryland: Brookes Press.
  • Totten, S., Sills, T., Digby, A., & Russ, P. (1991). Cooperative learning: a guide to research. Nueva York: Garland.
  • Vermette, P., Harper, L. J., & DeMillo, M. (2004). Cooperative and collaborative learning with 4-8 year olds: how does research support teachers’ practice? Journal of Instructional Psychology, 31(2), 130-134.
  • Vygotsky, L. S. (1930/1931/1933). Mind in society. Cambridge, Massachussets: Harvard University Press, 1978.

© Psise: Servicio de Psicología Clínica del Desarrollo. Unidad de Observación y Diagnóstico Funcional.