¿Cuándo se empieza a ser madre o padre?

¡Estoy embarazada! ¡Voy a ser mamá! Es común considerar el nacimiento del primer hijo como el inicio de la maternidad. Sin embargo, desde un punto de vista psicológico y biológico, el proceso de convertirse en madre y padre comienza mucho antes del parto, considerándose la gestación la primera fase del proceso. Mientras que la futura mamá empieza a percibir la maternidad a través de su propio cuerpo de manera progresiva, el padre tendrá que esperar a los tres meses de gestación de su pareja para una primera toma de contacto con el bebé, a través de la ecografía.

El embarazo supone un tiempo para la adquisición de cualidades propias del rol de madre-padre, motivadas fundamentalmente por relaciones tempranas con el hijo esperado. Es decir, somos madres y padres en la medida en que nos acercamos al futuro bebé. Sentir los movimientos del feto, conocer el sexo del niño o poner nombre al bebé son algunos de los momentos clave en la formación del llamado apego prenatal. Del mismo modo, distintas variables psicosociales (como son la calidad de la relación con la pareja y con la propia madre, aceptación del embarazo o identificación con el rol materno) son importantes herramientas para afrontar los cambios asociados a la gestación.

En definitiva, el embarazo, más que un momento de espera, supone un tiempo para el aprendizaje de nuevas habilidades. Es importante cuidar el estado psicológico de la mujer durante estos meses, pues va a tener repercusión en la posterior relación que establezca con su hijo.

Aprender de las experiencias de los demás

Se ha demostrado que la participación en talleres experienciales relacionados con los distintos aspectos de la maternidad y paternidad puede ser útil para adquirir un nuevo enfoque sobre las preocupaciones y los cambios que van sucediéndose. Además, este tipo de experiencias permite adquirir nuevos conocimientos y reflejarse en distintos puntos de vista, útiles a la hora de ejercer como padres.

Participar en un espacio donde, además de contar con el asesoramiento de personal especializado, se puedan compartir vivencias con personas que se encuentran en la misma situación, puede resultar de gran ayuda a la hora de enfrentarse al reto de la paternidad, tanto en los momentos previos al nacimiento como a lo largo del desarrollo de nuestros hijos.

 ¿Por qué un grupo experiencial para padres?

Desde el Consejo Europeo se considera una obligación de los estados miembros de la Unión el proporcionar a los padres los mecanismos de apoyo suficientes para cumplir su responsabilidad en la crianza y educación de sus hijos (Rec. 2006 – 19). Dentro de los mecanismos sugeridos se encuentra la formación parental, una acción educativa de sensibilización, de aprendizaje y clarificación de los valores, actitudes y prácticas de los padres en la educación de sus hijos.

 Al contrario de lo que se puede imaginar, estas experiencias de formación para padres no se limitan sólo a los casos “de riesgo” (por ej. familia monoparental, joven edad de los padres, escasos recursos económicos, etc.), sino que pueden proporcionar un “espacio de desarrollo de competencias” para cualquier situación y familia que lo considere oportuno. Es decir que un grupo de formación experiencial para padres puede cumplir una función formativa y preventiva de posibles dificultades a lo largo del proceso de crianza de los hijos. Según el modelo experiencial, el formador no se limita a dar una clase teórica ni a “dictar” instrucciones sobre cómo actuar ante determinadas situaciones, sino que son los propios participantes los que, con ayuda del formador, construyen alternativas y modos de actuación a partir de sus propias experiencias.

La formación para padres en grupos experienciales permite identificar, reflexionar y analizar ideas, sentimientos y acciones. Se parte de lo que ya se realiza, de las estrategias encontradas y de las dificultades como padres, no de lo que se supone que se “debería hacer”.

Los resultados de la evaluación de programas que siguen el modelo de grupo experiencial demuestran su mayor eficacia respecto a los modelos clásicos basados en la sola información (es decir como en una clase académica). A través de esta modalidad de apoyo y formación los participantes se perciben más competentes e informados acerca del desarrollo de su hijo, logran mejorar el grado de acuerdo dentro de la pareja y, a menudo, inician a poner en práctica métodos educativos más adaptados a su caso particular.


Referencias:

  • Armengol Asenjo, R., Chamarro Lusar, A., García-Dié Muñoz, M.T.(2007). Aspectos psicosociales en la gestación Cuestionario de Evaluación Prenatal (PSQ). Anales de Psicología, 20 (1), 0212-9728
  • Boutin, G. & Durning, P. (1997). Intervenciones socioeducativas en el medio familiar. Madrid: Nancea.
  • Comité de Ministros a los Estados Miembros de la Unión Europea (2006). Recomendación 2006/19 sobre políticas de apoyo al ejercicio positivo de la parentalidad. Consejo de Europa.
  • Farkas, C., Hernández, B.E., Santelices, M.P. (2009). Análisis de momentos de cambio en el proceso terapéutico adelantado bajo la modalidad de un taller grupal psicoeducativo con embarazadas primigestantes. Universitas Psychologica, 9 (2), 409-422.
  • Martin-Quintana, J.C., Máiquez, M.L., Rodrigo, M.J., Byme, S., Rodríguez, B., Rodríguez, G. (2009). Programas de educación parental. Intervención Psicosocial, 18(2), 121-133.
  • Stern, D., Bruschweiler-Stern, N. y Freeland, A. (1999). El nacimiento de una madre. Cómo la experiencia de la maternidad te cambia para siempre. Barcelona: Paidós.
  • Rodríguez, A.R., Pérez-López, J. y Brito de la Nuez, A.G. (2004). La vinculación afectiva prenatal y la ansiedad durante los últimos tres meses Del embarazo en las madres y padres tempranos. Anales de Psicología, 20 (1), 95-102

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