Diversas investigaciones han señalado que el sentido del humor y la risa son elementos terapéuticos ante la tensión y la ansiedad (Kuiper y Martin, 1998; Lefcourt et al., 1995; Moran y Massan, 1999). Y es que, mientras el estrés se asocia con malestar psicológico (Gillis, 1992; Spielberger, 1979), el humor parece proteger a la persona de los efectos negativos del mismo (Abel, 1998; Labott et al., 1990).
A nivel fisiológico, el humor se ha relacionado con relajación muscular, control del dolor y el malestar (Deaner y McConatha, 1993; Kuiper et al., 1992, 1995, Kuiper y Martin, 1993). Los efectos positivos sobre el bienestar emocional pueden ser explicados por el efecto que ejerce sobre el afrontamiento cognitivo de las amenazas y situaciones estresantes.
De esta manera, se considera que el humor produce un cambio cognitivo-afectivo que deriva en la restructuración de la percepción de una situación, convirtiendo la valoración que se hace de ella en menos amenazadora, con la consecuente descarga emocional derivada de la amenaza percibida (Kuiper y Martin, 1998; Nezu et al., 1988; Dixon, 1980; Martin et al., 1993) y la reducción de la activación fisiológica (Shurcliff, 1968). En relación con los resultados de distintas investigaciones, se ha considerado también que el humor puede aumentar la probabilidad de esfuerzos conscientes en la búsqueda de perspectivas alterativas (y mucho más positivas) ante los problemas, facilitar el distanciamiento emocional del estrés y, como consecuencia, reducir la experiencia afectiva negativa (Kuiper et al., 1993, 1995)
Además de su consideración como herramienta de afrontamiento, el humor también ha sido tradicionalmente conceptualizado como mecanismo de defensa (Martin et al., 2003). Los mecanismos de defensa son mecanismos que operan de manera inconsciente a través de la alteración de la percepción de la realidad interna y externa para reducir la experiencia de malestar (Lazarus, 2000, Cramer, 2000; Erickson et al., 1996; Noam y Recklitis, 1990; Vaillant, 2000). El humor permite a las personas afrontar situaciones amenazadoras sin sentirse sobrepasados por las emociones negativas (Lefcourt y Davidson-Katz, 1991).

En el estudio de Leftcourt et al (1995) se señaló una relación positiva entre sentido del humor y la estrategia de afrontamiento relacionada con el “distanciamiento” medida por Folkman y Lazarus (1985). Posteriormente, Leftcourt et al (1997) propusieron dos formas de afrontamiento relacionadas con el humor: una focalizada en la emoción como medida defensiva, encontrando humor en una situación estresante y reduciendo las reacciones emocionales negativas, y una estrategia focalizada en el problema utilizando el humor para alterar la situación en sí misma.
A pesar de que la mayoría de investigación relacionada con el humor se ha llevado a cabo en población adulta, la investigación sobre el humor en los niños también proporciona evidencia para las funciones cognitiva, social y defensiva del humor (McGhee y Chapman, 1980). La literatura científica señala, en este sentido, que los niños con “buen sentido del humor” tienen mayor probabilidad de ser asertivos en contextos sociales y académicos (Bell et al., 1986; McGhee, 1980), y de presentar buenas competencias a nivel social, académico (Masten, 1986) y comunicativo (Carson et al., 1986).

Distintos tipos de humor
Según la investigación, no todos los tipos de humor se relacionan con un ajuste positivo (Martin et al., 2003; Kuiper et al., 2004; Martin, 2001). Algunos modelos se han centrado en definir las condiciones en las que el humor puede o no contribuir al bienestar físico y psicológico de la persona (Kuiper et al., 2004; Martin, 2001; Kuiper y Olinger, 1998).
El modelo multidimensional del humor de Martin y cols. (Martin et al., 2003) valora tanto componentes positivos como negativos del humor, e identifica de manera empírica cuatro tipos de humor, dos de ellos positivamente asociados(humor afiliativo y humor relacionado con la toma de perspectiva) y dos de ellos negativamente asociados con el bienestar emocional en adultos (el humor agresivo y auto-destructivo).
Las cuatro dimensiones se distinguen según su localización en dos continuos: humor benigno vs humor potencialmente dañino; y el humor como forma de potenciar la imagen personal vs potenciar las relaciones con los demás.
- Humor afiliativo: implica la tendencia a bromear con los demás, contar historias divertidas y reírse con los demás en un esfuerzo de mejorar las relaciones. Esta forma de humor se relaciona positivamente con la alegría, mayor autoestima y bienestar psicológico, y negativamente con la depresión y la ansiedad (Martin et al., 2003)
- Humor relacionado con la toma de perspectiva: tendencia a mantener una visión humorística de la vida, y el uso del humor en la regulación emocional y el afrontamiento. De la misma forma que el humor afiliativo, se relaciona positivamente con la alegría, mayor autoestima y bienestar psicológico, y negativamente con la depresión y ansiedad (Martin et al., 2003)
- Humor agresivo: esfuerzos de auto-enaltecimiento a expensas de la relación con los demás, implica el sarcasmo, burla, y el uso del humor para manipular o criticar a los demás. Este tipo de humor se relaciona positivamente con la hostilidad y la agresividad (Martin et al., 2003)
- Humor auto-destructivo: uso del humor en forma excesivamente autocritica. Se ha relacionado positivamente con la depresión, ansiedad, hostilidad, agresividad y síntomas psiquiátricos, y presenta correlación negativa con autoestima y bienestar emocional (Martin et al., 2003)
Referencias
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