El Mutismo Selectivo

El mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad de la etapa infantil, caracterizado por la ausencia total de discurso en al menos una situación específica durante al menos un mes, a pesar de que el niño posea la capacidad de hablar en otras situaciones (Carbone et al., 2010; DSM-5, 2013).

Se trata de un trastorno poco frecuente, más habitual en niñas que en niños (Dummit et al., 1997), con inicio entre los 2 y 5 años, con una prevalencia estimada por debajo del 1% (Carlson et al., 1994; Steinhausen et al., 1996; Bergman et al., 2002; Elizur et al., 2003). Los síntomas se suelen hacer más manifiestos cuando se inicia la escolarización primaria, así que no se suele diagnosticar hasta los 5-6 años.

Afecta de forma seria al desarrollo social y cognitivo del niño, en tanto que suele presentarse en el entorno escolar. Influye de forma directa en los resultados académicos, en tanto que la mayoría de tareas y actividades realizadas en los primeros años de escolarización exigen al alumno expresarse verbalmente. Además, supone una limitación en las relaciones con los pares (Cunningham et al., 2004, 2006; Levin-Decanini et al., 2013), afectando tanto al desarrollo social como al autoconcepto del niño.


La investigación sobre mutismo selectivo

Foto de niños alrededor de una fuente.

Investigaciones longitudinales a partir de la primera infancia han subrayado que el mutismo selectivo tiene una duración media de 8 años, tras los cuales la dificultad en hablar en situaciones sociales específicas acaba disipándose o desapareciendo (Remschmidt et al., 2001). Sucesivamente a lo largo del desarrollo y en la adultez, quien ha padecido este tipo de trastorno tiende a ser más vulnerable a otras dificultades de comunicación y a otros trastornos psicopatológicos (Remschmidt et al., 2001; Steinhausen et al., 2006).

Generalmente el mutismo selectivo tiende a asociarse a ansiedad social (65-100%), ansiedad de separación (17-32%) y fobias especificas (30-50%). También puede presentarse de forma comórbida con trastornos de la comunicación (50%) y de la eliminación (16-29%) (Lang et al., 2016; Arie et al, 2007; Bögels et al, 2010; Kristensen, 2000,2001).

Sus causas se han relacionado tanto con factores genéticos como temperamentales, ambientales y de neurodesarrollo (Coahn et al., 2006; Viana et al., 2009). En la actualidad no existe acuerdo acerca de un factor etiológico único y diferenciado, aunque sí existe un relativo acuerdo en considerar el mutismo selectivo como una manifestación de un temperamento más tímido e inhibido (Kagan, 1994), probablemente modulado por factores psicodinámicos y psicosociales (MacGregor et al., 1994).

También puede ser debido a un retraso del desarrollo (Krsitensen et al, 2000; Steinhausen & Juzi, 1996), a un trastorno del lenguaje (Kristensen, 2000; Manassis et al., 2007; Nowakowski et al., 2009) o a una dificultad en el procesamiento de las señales sociales (Carbone et al., 2010).

Dibujo de la doble estructura del ADN.

A nivel genético, no existen estudios específicos, aunque algunas investigaciones señalan la posible existencia de patrones familiares, en tanto que el mutismo selectivo y otros síntomas asociados ocurren en mayor proporción en familias cuyos progenitores ya han manifestado este tipo de trastorno (Remschmidt et al., 2001), con mayores niveles de timidez y ansiedad social, preferencia por actividades solitarias (Kristensen & Torgersen, 2001, 2002), fobia social y personalidad evitativa (Chavira et al., 2007).


Clasificación DSM V & CIE 10 

Portada del DSM 5 - Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.

El Mutismo selectivo (DSM V, 313.23) se caracteriza por:

  1. Fracaso constante de hablar en situaciones sociales específicas en las que existe expectativa por hablar (p. ej., en la escuela) a pesar de hacerlo en otras situaciones.
  2. La alteración interfiere en los logros educativos o laborales o en la comunicación social.
  3. La duración de la alteración es como mínimo de un mes (no limitada al primer mes de escuela).
  4. El fracaso de hablar no se puede atribuir a la falta de conocimiento o a la comodidad con el lenguaje hablado necesario en la situación social.
  5. La alteración no se explica mejor por un trastorno de la comunicación (p. ej., trastorno de fluidez [tartamudeo] de inicio en la infancia) y no se produce exclusivamente durante el curso de un trastorno del espectro del autismo, la esquizofrenia u otro trastorno psicótico.

Portada de la CIE-10, clasificiación de enfermedades y problemas de salud OMS.

Según la Clasificación Internacional de los Trastornos Mentales y del Comportamiento (CIE-10), el mutismo selectivo (F94.0) es un trastorno de la infancia y adolescencia caracterizado por una selectividad marcada y emocionalmente determinada en el habla, demostrando competencia lingüística en algunas situaciones, pero no hablando en otras situaciones (definibles). El trastorno suele asociarse con marcadas características de personalidad que incluyen ansiedad social, timidez, sensibilidad o resistencia.


Mutismo selectivo: ansiedad e inhibición 

Foto de una familia andando sobre un puente en el mar.

Actualmente el mutismo selectivo se considera como un trastorno de ansiedad con:

  1. Elevada comorbilidad y diversas similitudes con los trastornos de ansiedad, en especial con la fobia social (Black & Uhde, 1995; Dummit et al., 1997; Sharp et al., 2007; Vecchio et al., 2005). Se ha llegado a considerar que el trastorno pudiera ser, en algunos casos, un subtipo (Black & Uhde, 1992) o precursor de la fobia social (Bergman et al., 2002).
  2. Mayor prevalencia familiar de trastornos de ansiedad, lo que también podría implicar factores genéticos en su etiología (Black & Uhde, 1995; Cohan et al., 2006; Kristensen & Torgerson, 2002).
  3. Alta asociación con estilos temperamentales caracterizados por inhibición conductual (Hirshfeld-Becker et al., 2007).

¿Cómo distinguir el mutismo selectivo de la timidez?

Fotografía de piernas cruzadas con significado de timidez.

A pesar de que a los niños tímidos les resulta difícil hablar en situaciones desconocidas o con personas nuevas, al contrario que los niños con mutismo, los niños tímidos suelen responder cuando se les formula una pregunta o empiezan a hablar una vez se sienten más seguros.

Como forma de discriminación entre la timidez extrema y el mutismo selectivo, se considera una duración temporal de los síntomas de al menos un mes, periodo a lo largo del cual los niños tímidos suelen ir adaptándose a las nuevas situaciones.

Además, a diferencia de la timidez, en el mutismo selectivo se presenta una elevada ansiedad y el quedarse callado en situaciones específicas podría considerarse como un intento disfuncional de regulación emocional (Scott & Beidel, 2011; Young et al., 2012).

Así que el niño con mutismo selectivo no permanece callado con el fin de aislarse o molestar a los demás, sino que no se siente capaz de interactuar en un tipo de situación específica o, el hacerlo, le genera un malestar elevado, que le lleva a evitar la interacción social.


Referencias

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