Emociones positivas para protegernos ante adversidades futuras

Qué son las emociones

Las emociones son respuestas psicofisiológicas a estímulos internos (ej. un recuerdo, un pensamiento, una imagen, una palabra, etc.) o externos (ej. una situación, una sensación, una conversación, etc.) que nos generan una disposición a la acción (acercamiento o huida con respecto al estímulo), asociada a un estado fisiológico transitorio, cuya función principal es permitir nuestra adaptación a la experiencia presente, pasada o futura (LeDoux 2000; Cacioppo 2007).

Las emociones se originan ante estímulos significativos para nosotros, y se producen en tres sistemas de respuesta del individuo (Lang 1968, 1978):

  • experiencial-subjetivo (o cognitivo),
  • conductual-expresivo (o motor),
  • neurobiológico.

Dodge (1991; Dodge & Garber, 1991) considera que todos los procesos de elaboración de la información y de regulación conductual se basan en la emoción, en el sentido de que la emoción es la energía que dirige, organiza, amplifica y modula la actividad cognitiva.

smile-1591798_1920Para Kalat y Shiota (2006) las emociones primarias o básicas (alegría, tristeza, miedo, ira, asco y sorpresa) facilitan una respuesta a un evento específico de la vida cotidiana, y aparecen desde etapas muy tempranas del desarrollo en todas las culturas (Ekman 1992). Cada una de las emociones básicas preparan al individuo en una dirección que, en el curso de la evolución, ha sido la más adaptativa para la especie humana entre otras respuestas o soluciones a las demandas del ambiente.

Según los llamados modelos dimensionales de las emociones (Lang 1968, 1978), en cambio, las emociones podrían quedar mejor definidas por un número menor de dimensiones psicofisiológicas, sobre las que se localizarían los estados emocionales primarias y secundarias (amor, amistad, vergüenza, etc.). Estos modelos establecen tres dimensiones bipolares en la estructura afectiva:

  • Valencia emocional (agradable-desagradable)
  • Arousal o activación (excitación-calma)
  • Dominancia (capacidad de gestionar y contener la emoción).

Función de las emociones

Además de constituir una herramienta para nuestra adaptación, las emociones tienen también una función social, motivacional y pueden servirnos para conseguir nuestros objetivos (Grolnick et al., 1999). Cada una de ellas tiene una función concreta para permitir la adaptación al entorno (Plutchik, 1980). Por ejemplo, el miedo sirve para alejarnos de situaciones que pueden resultar peligrosas, mientras que la sorpresa sirve para predisponernos a explorar el entorno (véase tabla 1).

Tabla 1: Funciones de las emociones (adaptado de Plutchik, 1980)

emociones

El valor adaptativo de las emociones resulta en general más fácilmente reconocible en el caso de las emociones negativas (miedo, tristeza, asco, ira) que en el caso de las emociones positivas como la alegría o el altruismo. Nos resulta mucho más fácil identificar la función del miedo como generador de una respuesta de huida (Ekman, 1989, Izard, 1993; Malatesta et al., 1988) que encontrar un sentido adaptativo a la respuesta de acercamiento que generan por ejemplo la alegría o el sentimiento de amistad.

Emociones positivas para protegernos ante adversidades futuras

El fomento de las emociones positivas se ha convertido en las últimas décadas en un recurso terapéutico y para la transformación de la vida cotidiana de las personas en más satisfactoria.

Los atributos asociados a los estados emocionales positivos se relacionan con el fomento de la participación activa en la consecución de objetivos y con el entorno de la persona. Dentro de estos atributos se encuentran (Luborminsky et al., 2005):

  • Confianza, optimismo y auto-eficacia;
  • Simpatía y conceptualización positiva de los demás;
  • Sociabilidad, actividad y energía;
  • Comportamiento prosocial;
  • Bienestar físico;
  • Afrontamiento efectivo del estrés y los retos;
  • Originalidad y flexibilidad;

Según la teoría de Fredickson (1998, 2001), las emociones positivas como la alegría, la satisfacción o el orgullo, comparten la característica de ampliar los repertorios de pensamiento y acción, construyendo reservas de recursos para futuras crisis.

people-1932423_1920Experimentar emociones positivas, además de generar un efecto placentero a corto plazo, tiene un efecto a largo plazo, en cuanto prepara a la persona para otros momentos más difíciles de la vida. De esta manera, mientras las emociones negativas permiten solucionar problemas de adaptación inmediata (Malatesta et al., 1988), las emociones positivas se relacionan con el desarrollo personal y social, reforzando la resistencia ante la adversidad y la resiliencia psicológica (Aspinwal, 2001; Lazarus, 1993; Lubomirsky et al., 2005).

Como apoyo a esta teoría, diversos estudios señalan una relación entre estados afectivos positivos, flexibilidad cognitiva y capacidad de integración de la información (Derryberry et al., 1994; Isen, 1987, 1990, 2000). Todo ello fomenta el pensamiento creativo tanto en la solución de problemas como a la hora de tomar decisiones (Lyubomirsky et al., 2005).

Por un lado, las emociones negativas pueden conducir a un estilo de pensamiento pesimista y redundante, hasta introducir a la persona en una espiral de síntomas ansiosos y depresivos (Peterson y Seligman, 1984). Esta espiral pesimista se basa en un sesgo relacionado con el estrechamiento del campo atencional (Easterbrook, 1959) que conduce a la persona a centrarse únicamente en “ver el vaso medio vacío”. Por otro lado, las emociones positivas pueden conducir a un pensamiento más abierto y flexible, basado en un campo atencional más amplio (Basso et al., 1996; Derryberry et al., 1994). De esta manera facilitan el afrontamiento del estrés, de la adversidad (Aspinwall, 1998) y aumentan el nivel de bienestar tanto en el momento presente como en el futuro (Fredickson, 2001; Fredickson et al. 2002).

Referencias

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