La memoria de trabajo (o memoria a corto plazo) es un proceso mental a través del cual se almacena la información transitoriamente y se somete a procesamiento en nuestra mente. Dicha información puede provenir tanto de un estímulo externo (que se atiende y procesa en un preciso momento – como por ejemplo un concepto que el profesor acaba de explicarnos-), como de estímulos almacenados y consolidados a lo largo del tiempo en la memoria a largo plazo (como por ejemplo un concepto que hemos estudiado y que explicamos al profesor durante un examen en clase).
Funciones de la memoria de trabajo
Según Salthouse (1990) el sistema de memoria de trabajo permite a la mente procesar la información (proveniente del ambiente externo o de representaciones internas) manteniendo activos los contenidos mentales (es decir “en un estado accesible”) para elaborarlos a través de otros procesos mentales. Por otro lado, según Dempster (1992) su función principal sería la de permitir la supervisión de los procesos mentales en un específico momento (de manera parecida al buffer de un microprocesador de una computadora).
Resumiendo estos dos puntos de vista, Morrin, Law y Pellegrino (1994) consideran que la memoria de trabajo es una función mental que permite coordinar la información procedente de diferentes fuentes (externas e internas), tanto de manera secuencial (Hagendorf y Sá, 1995) como integrándola en una estructura compleja de representaciones internas (Oberauer, 1993).
Componentes de la memoria de trabajo según Baddeley
Originalmente, la memoria de trabajo se concebía como un almacén mental de información con una limitación temporal de unos segundos (Miller, 1956). Observando también esta limitación temporal, a través del estudio experimental Baddeley (1986) distinguió entre el proceso de almacenamiento transitorio de la información y su elaboración bajo la supervisión de un sistema ejecutivo central. En otras palabras, según la teoría de Baddeley, en pocos segundos la memoria de trabajo ejecuta tres distintos procesos: el control del “componente central ejecutivo”, la gestión de los sonidos del “circuito fonológico” y el procesamento de las imágenes mentales del “esquema viso-espacial” (Baddeley y Hitch, 1974).
El componente central ejecutivo es el sistema de control, es decir que es el proceso mental que permite distribuir la atención y que regula cuanta concentración el complejo sistema mental necesita para que se realice una tarea respetando la demanda del contexto. La existencia de este sistema de control explicaría porqué, a medida que una tarea se domina, se necesita menor concentración consciente y también se puede realizar simultáneamente otra tarea compatible. Según Baddley el componente central ejecutivo trabaja asistido por dos componentes subsidiarios de almacenamiento: el circuito fonológico y el esquema viso-espacial.
El circuito fonológico se ocupa de gestionar la información fonética (de los sonidos) y fonológica (de las palabras) y, a su vez, contiene dos sub-componentes: un almacén fonológico (que puede retener la información durante unos segundos) y un sistema articulatorio de reforzamiento de repetición (que permite refrescar la información a partir de la repetición verbal). La capacidad del circuito fonológico es limitada, ya que al producirse esta articulación en tiempo real, si se incrementa el número de estímulos consecutivos a recordar, se impedirá el poder repetirlos todos antes de olvidar el primero (Baddeley, 2003).
El circuito fonológico conjeturado por Baddley es el componente de la memoria de trabajo que está directamente implicado en el aprendizaje de la lectura, en aprender a hablar y en la comprensión del lenguaje oral (Baddeley y Hitch, 1974). Por esta razón, según demuestran distintas investigaciones, las medidas de la capacidad de memoria de trabajo tienen un alto poder predictivo sobre el desempeño en tareas como la comprensión lectora (Daneman y Carpenter, 1980), la comprensión del lenguaje (King y Just, 1991), la escritura (Benton y cols, 1984) y el aprendizaje complejo (Kyllonen y Stephens, 1990).
El esquema viso-espacial es el sistema encargado de la conservación temporal de la información visoespacial y del procesamiento de las imágenes mentales. La función de dicho esquema es la de facilitar el aprendizaje, proporcionando información acerca de la apariencia de los objetos y la manera de usarlos, ayudando a comprender visualmente sistemas complejos, así como para la orientación espacial y el conocimiento geográfico (Baddeley, 2003).
Referencias
- Baddeley, A. (1986) Working memory. London: Oxford Univ. Press.
- Baddeley, A. (2003) Working memory: looking back and looking forward. Nature reviews, 4; 829-839.
- Baddeley, A., Hitch, G.J. (1974) Recent advances in learning and motivation. New York: Edit Bower G.A. Academic. pp 47-89.
- Ballesteros, S. (1999) Memoria humana: investigación y teoría. Psicothema, 11 (4); 705-723.
- Benton, S.L., Kraft, R.G., Glover, J.A. y Plake, B.S. (1984) Cognitive capacity differences among writers. Journal of educarional psychology, 76, 820-834.
- Carrillo-Mora, P. (2010) Sistemas de memoria: reseña histórica, clasificación y conceptos actuales. Segunda parte: Sistemas de memoria a largo plazo: memoria episódica, sistemas de memoria no declarativa y memoria de trabajo. Salud Mental, 33, 197-205.
- Daneman, M. y Carpenter, P.A. (1980) Individual differences in working memory and reading, Journal of verbal learning and verbal behavior, 19, 450-466.
- Dempster, F. (1992) The rise and fall of the inhibitory mechanism: toward a unified theory of development and aging. Developmental review, 12, 45-75.
- Hagendorf, H. y Sá, B. (1995) Coordination in visual working memory. Zeitschrift für psychologie, 203; 53-72.
- King, J. y Just, M.A. (1991) Individual differences in syntactic processing: The role of working memory. Journal of Memory and Language, 30, 580-602.
- Kyllonen, P.C. y Stephens, D.L. (1990) Cognitive abilities as determinants of succes in acquiring logic skill. Learning and individual differences, 2, 129-160.
- Miller, G. A. (1956). “The magical number seven, plus or minus two: Some limits on our capacity for processing information”. Psychological Review 63 (2): 81–97.
- Morrin K., Law, D. y Pellegrino, J. (1994) Structural modeling of information coordination abilities: an evaluation and extensión of the Yee, Hunt and Pellegrino model. Intelligence, 19; 117-144.
- Oberauer, K. (1993) The coordination of cognitive operations. A study on the relationship of working memory and intelligence. Zeitschrift für psychologie, 201.
- Salthouse, T. (1990) Working memory as a processing resourse in cognitive aging. Developmental review, 10, 101-124.
© Psise: Servicio de Psicología Clínica del Desarrollo. Unidad de Observación y Diagnóstico Funcional.