Teoría de la coherencia central en los Trastornos del Espectro Autista

Los Trastornos del Espectro Autista – TEA (Wing & Gould, 1979; Wing, 1981, 2012) son Trastornos del desarrollo neurológico (DSM V, 2013) que implican tres áreas distintas de interés clínico: dificultades en la interacción social, en la comunicación, patrones restringidos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades.

coherencia central autismo

La descripción inicial del autismo realizada por Kanner (1943) subrayaba la tendencia de los niños con autismo a enfocar su atención en los detalles y su incapacidad de vivir los estímulos externos como un todo (o Gestalt). Kanner describía esta tendencia de la siguiente manera: “una situación, una actuación o una frase no es considerada completa si no está conformada por exactamente los mismos elementos presentes la primera vez que el niño se enfrentó al estímulo. Si el menor componente es alterado o eliminado, la situación en su conjunto no es considerada la misma…“(Kanner, 1943, p.246, en Happé y Frith 2006).

En el procesamiento perceptivo de las personas con TEA es frecuente encontrar una tendencia a priorizar los detalles sobre el procesamiento a nivel global de estímulos y situaciones (Happé y Frith, 2006). Otra característica perceptiva frecuente en el TEA es tanto una híper como una hiporeactividad a los estímulos sensoriales, que ha sido relacionada con la presencia de intereses inhabituales y restringidos hacia aspectos sensoriales del entorno (Criterio DSM-V).

Una de las teorías que intenta dar una posible explicación a estas peculiaridades perceptivas y de procesamiento cognitivo en las personas con TEA es la Teoría de la Coherencia Central (Lovaas et al., 1979; Frith, 1989; Happé, 1999; Happé y Frith, 2006).


Primera versión de la teoría de la coherencia central (1989)

 En su primera versión de la teoría de la coherencia central, Frith (1989) se enfocó en la tendencia de los niños y adultos con desarrollo típico a procesar la información por su significado y su globalidad (Gestalt), a menudo a expensas de la atención por los detalles. Esta tendencia, bautizada inicialmente por Bartlett (1932) como “impulso por el significado” fue considerada por Frith como “coherencia central”.

La versión original de la teoría, otorgaba a una “coherencia central débil” en los TEA un papel causal en su dificultad de integración de información sensorial, necesaria para comprender situaciones sociales y la perspectiva de los demás (Baron-Cohen et al., 1985).

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Posteriormente se consideró que la integración sensorial y la capacidad de tomar la perspectiva de los demás (o teoría de la mente) no estaban necesariamente relacionadas. Se observó que el procesamiento centrado en los detalles puede darse en el Espectro Autista de forma independiente al desempeño de tareas que implicaban la teoría de la mente (Happé, 1997; Jolliffe et al., 1997, 1999).

En otras palabras, la coherencia central conjeturaba un procesamiento fragmentado de la información sensorial en los TEA, manifestando una tendencia a focalizar la atención en detalles específicos con consecuencias a nivel perceptual y conceptual (o prototípico).

A nivel perceptual, en los TEA, la tendencia a enfocarse en los detalles de manera frecuente perjudica o altera la percepción de estímulos en su totalidad. Se destacaba así una mayor capacidad de fragmentación (Shah & Frith, 1983) y apoyo en elementos adyacentes de un estímulo visual para la extracción de patrones (Frith, 1970); un menor efecto de la presentación invertida de estímulos en el procesamiento de caras (Langdell, 1978).

A nivel conceptual, en los TEA, el enfoque en los detalles genera dificultades en el procesamiento del contexto, en la extracción de significados y en la creación de prototipos. Se explicaba así que se pueden presentar dificultades en la generalización de aprendizajes debido a la ausencia de prototipos (Klinger et al., 2001), que dificultan el reconocimiento de situaciones o estímulos similares. Sólo cuando una situación/estímulo comparte detalles clave con una experiencia previa vivida por una persona con TEA, habrá más probabilidad de que se produzca una generalización (Plaisted, 2001; Rincover et al., 1975).


 La teoría de la coherencia central en la actualidad (2006)

Desde su formulación, y en respuesta a los distintos hallazgos empíricos que se han ido sucediendo en las últimas décadas, la teoría de la coherencia central ha sido modificada en tres aspectos relevantes (Happé y Frith, 2006): 1) la hipótesis de una posible superioridad en el procesamiento local de la información; 2) la hipótesis de un sesgo cognitivo más que un déficit; 3) la hipótesis que una débil coherencia central sea más un aspecto del autismo que un factor causal de las dificultades sociales.

  1. La sugerencia original de un déficit generalizado en el procesamiento central (manifiesto en la dificultad de extraer una forma global y significado) ha pasado de ser un problema primario a un resultado secundario, con mayor énfasis en una posible superioridad en el procesamiento local o centrado en los detalles.
  2. La idea de un déficit generalizado ha abierto el camino a la sugerencia de un sesgo de procesamiento o estilo cognitivo, que puede ser superado en tareas con demandas explicitas de procesamiento global. Las personas con TEA no serían incapaces de procesar a nivel global sino que, al contrario de las personas con desarrollo típico, manifiestan una preferencia por el procesamiento local.
  3. La competencia explicativa ha cambiado, con el reconocimiento de que una débil coherencia puede ser un aspecto de la cognición en los TEA, más que un factor causal y explicativo de los déficits en la cognición social.

Actualmente, lo que se había considerado una dificultad en el procesamiento e integración sensorial ha pasado a considerarse como un sesgo perceptivo o estilo cognitivo, que puede ser superado en tareas con demandas explícitas de procesamiento global. Así, se ha demostrado que las personas con TEA no son incapaces de procesar a nivel global sino que, al contrario de las personas con desarrollo típico, manifiestan una preferencia por el procesamiento local o centrado en detalles específicos.


¿Cómo este sesgo cognitivo (coherencia central débil) afecta a la percepción en los TEA?

A nivel de procesamiento visual en los TEA, existen hallazgos que indican:

  • no preferencia por el lado superior en imágenes de caras invertidas (Berger et al., 2003, Van der Geest, 2002),
  • menor discriminación perceptiva del tipo igual-diferente (Behrmann et al., 2006),
  • menor discriminación del género en la percepción de caras (Njiokiktjien et al., 2001, Pelphrey et al., 2005, Senju et al., 2004),
  • menor identificación de la expresión facial de emociones independientemente del CI (Berger et al., 2003, Pelphrey et al., 2002, Gross, 2004), en particular por la emoción del miedo, quizás debido a la menor atención a los aspectos globales del rostro (Pelphrey et al. Al., 2002, Klin et al., 2002) y procedente de la región de los ojos (Gross, 2004),
  • menor susceptibilidad al movimiento visualmente inducido (Gepner et al., 1995, 2002),
  • mayores umbrales en la percepción de movimientos coherentes (Bertone et al., 2003; Milne et al., 2002; Spencer et al., 2000),
  • mayores habilidades de búsqueda visual (Plaisted et al., 1998, O’Riordan et al., 2001) y de discriminación en patrones altamente confusos (Plaisted et al., 1998).

Parece que los procesos de agrupamiento visual pueden verse afectados por el autismo de manera independiente de la presencia de discapacidad cognitiva (Pelphrey et al., 2002; Berger et al., 2003; Gross, 2004; Barton et al., 2004; Jemel et al., 2006; Behrmann et al., 2006). Este manera diferente de percibir el mundo sería caracterizada por una menor tendencia a agrupar los estímulos en una totalidad o Gestalt (Brosnan et al, 2004), lo que supone una menor susceptibilidad a las ilusiones visuales (Happé, 1996) y menores beneficios de patrones canónicos en el conteo de puntos (Jarrold et al., 1997).

En cuanto a la percepción auditiva en los TEA, existen hallazgos que indican la presencia de:

  • una memoria estable para tonos exactos (Bonnel et al., 2003; Heaton et al., 1998),
  • mayor procesamiento de estímulos musicales a nivel local, a pesar de mantener competencias de procesamiento global intactas (Heaton, 2003; Mottron et al., 2000),
  • menor interferencia de la estructura melódica (Foxton et al., 2003),
  • menor influencia de estímulos visuales en la percepción auditiva del discurso (DeGelder et al., 1991).

Otros modelos explicativos de las dificultades en los TEA

Existen múltiples teorías que, al igual que la teoría de la Coherencia Central, proporcionan posibles modelos explicativos de las distintas dificultades presentes en los Trastornos del Espectro Autista (sociales, comunicativas, comportamentales, relacionales, etc.). Algunos de las hipótesis más relevantes son la presencia de:

  • Déficit en la comprensión de estados emocionales recíprocos o en la intersubjetividad primaria (Hobson, 1991; Trevarthen et al., 1988).
  • Déficits en el funcionamiento ejecutivo (Rumsey et al, 1988: Hughes et al., 1994; Pennington et al., 1996; Oznoff, 1997).
  • Déficit en el desarrollo de un módulo cognitivo especifico relacionado con la “teoría de la mente” (Baron-Cohen et al., 1986, 1999; Leslie et al., 1988; Perner et al.,1989).

Referencias

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