Irse de viaje después de una ruptura amorosa

¿Por qué es buena idea irse de viaje después de una ruptura amorosa?

Irse de viaje tras una ruptura amorosa puede ser una buena opción en algunos casos, aunque siempre teniendo en cuenta  ciertos aspectos. Desde un punto de vista psicológico, una ruptura amorosa implica un proceso de duelo personal de menor o mayor intensidad que puede conllevar, en los casos más complicados,  pensamientos recurrentes y dolorosos sobre lo sucedido. Malestar, hostilidad, nostalgia o tristeza son indicadores de la presencia de un desequilibrio mental y emocional propio de la ruptura. Dicho desequilibrio tendrá una extensión temporal variable (aunque limitada) en función del caso y puede conllevar o una maduración personal o una cierta regresión emocional. La idea de realizar un viaje durante este proceso no se debe concebir como una oportunidad de huir o negar lo sucedido sino de aceptar, elaborar y madurar la nueva situación para alcanzar de nuevo el bienestar personal. La ruptura, de la misma forma que un viaje, puede suponer una posibilidad de explorar nuevas opciones, relaciones y aspectos de uno mismo, sacando beneficio del nuevo capítulo de vida que se abre tras el cierre de la relación.

¿Alguna pauta para que el viaje nos siente bien?

sign-429419_1920En cuanto al tipo de viaje a realizar, distintas investigaciones demuestran que tener la posibilidad de viajar de una manera cómoda, con servicios puntuales y de calidad, evitando fuentes de estrés e incomodidad influyen positivamente en la percepción de bienestar subjetivo del viajero.  Dependiendo de las características de personalidad de cada uno, puede ser recomendable tanto viajar solo, en los casos de los más extrovertidos, como acompañado de alguien de confianza, en el caso de los más introvertidos o inseguros. Tanto viajar y compartir el viaje con un amigo como socializar en el lugar de destino son factores que pueden influir positivamente en el camino hacia un nuevo equilibrio mental, emocional y social. El tipo de destino debería estar relacionado con los intereses y características de la persona, aunque también existe la posibilidad de aprovechar la ocasión para atreverse con lugares y actividades distintos a los habituales. De esta manera, el viaje puede considerarse como el trampolín para reconstruir la propia identidad, el estilo de vida y reanudar o establecer nuevas relaciones interpersonales no necesariamente amorosas.

¿Tienen los viajes valor terapéutico?

Los viajes pueden tener valor terapéutico siempre y cuando se tengan unas expectativas ajustadas a la realidad (no debemos pensar que va a cambiar nuestra vida o que sea una oportunidad para encontrar a la pareja ideal). Es terapéutico en la medida en la que nos permite volver a contactar con aspectos de nosotros mismos que habíamos olvidado o sorprendernos apreciando simplemente el presente. Es decir que viajar es una forma de recargarse emocionalmente siempre y cuando se haga en las condiciones adecuadas tanto antes de iniciar el viaje como a lo largo del mismo.

¿En qué situaciones se recomendarían?

Un viaje es recomendable en las fases de nostalgia y aceptación (o pseudo-aceptación) de la ruptura, siempre que se haya superado de forma adecuada los momentos iniciales de negociación y de conflicto con la ex pareja. Es decir que puede ser una fuente de recarga para descubrir el nuestro “mejor yo” junto con los que encontremos a lo largo de este “nuevo viaje”.


Entrevista completa de la revista Condé Nast Traveler a Giuseppe Iandolo, Profesor del Departamento de Psicología de la Universidad Europea de Madrid.