La resiliencia es un proceso psicológico que implica la capacidad de superar una dificultad, recuperándose y fortaleciéndose tras la vivencia de un acontecimiento estresante o traumático (Forés et al., 2008; Rutter, 1999). En otras palabras se trata de la “capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas” (RAE, 2014).
Según algunos investigadores es una competencia que incluye dos momentos clave: resistir al suceso traumático y rehacerse del mismo (Bonanno et al., 2002). Para otros, implica únicamente la capacidad del individuo para focalizarse en el futuro, sobreponiéndose a las condiciones de vida adversas y a las situaciones que hayan podido desestabilizarle (Manciaux et al., 2003).

Características de las personas resilientes
Más que un rasgo de personalidad, la resiliencia es un estilo de hacer frente a las dificultades de la vida y su eficacia puede variar a lo largo del desarrollo, según las circunstancias vitales del individuo (Sinclair et al., 2004). Distintas investigaciones han subrayado que la persona con un estilo resiliente eficaz tiende a utilizar una serie de estrategias específicas de afrontamiento como la reevaluación cognitiva o la solución activa de problemas (Sinclair y Wallston, 2004).
Este tipo de persona tiende a un estilo optimista y enérgico, altos niveles de emocionalidad positiva, es más abierta a las experiencias y tiene más confianza en sus habilidades para resolver los conflictos (Block y Kremen, 1996). Todo ello tiene como consecuencia una mayor sensación de bienestar personal y una mayor percepción de autoeficacia (Sinclair y Wallston, 2004; Bastian et al., 2005; Noorbakhsh et al., 2010; Friborg et al., 2006).
La resiliencia también ha sido considerada como un factor moderador entre el estrés de la vida diaria, la experimentación de emociones positivas y la gestión de las negativas. En otras palabras la persona con un buen nivel de resiliencia tiende a experimentar a diario menos emociones negativas y más positivas (Ong et al., 2006). También es un factor protector en el “burnout” (o síndrome del quemado) aportando ulteriores competencias en el compromiso social en las profesiones socio-sanitarias (Menezes de Lucena et al., 2006).

Entrenar la resiliencia
La resiliencia es un potencial humano muy importante e incentivable, en cuanto ejerce como factor protector de ciertas condiciones adversas o de riesgo a las que está expuesta la persona (Cyrulnik, 2002). La habilidad para afrontar los acontecimientos adversos y el estrés se desarrolla a través de la interacción de distintos factores (Kumpfer et al,. 1998) como el temperamento, la inteligencia, el locus de control interno, la familia y contexto de crianza, el apoyo social y las características propias de las circunstancias vividas.
El entrenamiento en resiliencia puede resultar muy útil en diversas situaciones, ya sea para la población general que desee mejorar su forma de enfrentarse a las adversidades de la vida cotidiana, como en casos de trastornos psicológicos (depresión, ansiedad, TEPT, trastornos de personalidad, entre otros). Se trata de trabajar o potenciar aspectos como la percepción de las propias competencias y autoestima; la valoración de las situaciones, enfocando las amenazas como retos; el desarrollo de estrategias de afrontamiento activo o el desarrollo de competencias de regulación emocional.
Referencias
- Bastian, V., Burns, N.R. & Nettelbeck, T. (2005). Emotional intelligence predicts life skills, but not as well as personality and cognitive abilities. Personality and individual Differences, 39, 1135-1145.
- Block, J. & Kremen, A.M. (1996). IQ and ego-resiliency: conceptual and empirical connections and separateness. Journal of personality and social psychology, 70, 349-361.
- Bonanno, G.A., Wortman, C.B., Lehman, D.R., Tweed, R.G., Haring, M., Sonnega, J., Carr, D. & Nesse, R.M. (2002). Resilience to loss and chronic grief: a prospective study from preloss to 18-months postloss. Journal of personality and social Psychology, 83, 1150-1164.
- Cyrulnik, B. (2002). Los patitos feos: una infancia infeliz no determina la vida. Barcelona: Gedisa.
- Friborg, O., Hjemdal, O., Rosenvinge, J.H., Martinussen, M., Aslaksen, P.M. & Flaten, M.A. (2006). Resilience as a moderator of pain and stress. Journal of Psychosomatic Research, 61, 213-219.
- Forés, A. y Granés, J. (2008). La resiliencia. Crecer desde la adversidad. Barcelona: Plataforma Editorial.
- Limonero, J.T., Tomás-Sábado, J., Fernández-Castro, J. Gómez-Romero, M.J. & Ardilla-Herrero, A. (2012). Estrategias de afrontamiento resilientes y regulación emocional: predictores de satisfacción con la vida. Psicología conductual, 20 (1), 183-196.
- Manciaux, M., Vanistendael, S., Lecomte, J. y Cyrulnik, B. (2003.) La resiliencia: estado de la cuestión. En M. Manciaux (dir) La resiliencia: resistir y rehacerse. Madrid: Gedisa (pp.17-27)
- Menezes de Lucena, V.A., Fernández, B., Hernández, L., Ramos, F. y Contador, I. (2006). Resiliencia y el modelo de burnout-engafement en cuidadores formales de ancianos. Psicothema, 18, 791-796.
- Noorbakhsh, S.N., Besharat, M.A. y Zarei, J. (2010). Emotional intelligence and coping styles with stress. Procedia-Social and Behavioral Sciences, 5, 818-822.
- Ong, A.D., Bergerman, C.S., Bisconti, T.L. y Wallace, K. A. (2006). Psychological resilience, positive emotions and successful adaptation to stress in later life. Journal of personality and social psychology, 91, 730-749.
- Rutter, M. (1999) Resilience concepts and findings: implications for family therapy. Journal of family therapy, 21, 119-144.
- Sinclair, V.G. y Wallston, K.A. (2004). The development and psychometric evaluation of the Brief Resilient Coping Scale. Assessment, 11, 94-101.
- Vera Poseck, B., Carbelo Baquero, B., Vecina, M.L. (2006). La experiencia traumática desde la psicología positiva: resiliencia y crecimiento postraumático. Anales de psicología, 27 (1), 40-49
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