El conflicto es un elemento inevitable en todas las relaciones y, de manera especial, en las relaciones de pareja. Generalmente los conflictos de pareja se asocian con una percepción negativa, ya que se tiende a pensar que toda relación de pareja en la que existen conflictos es una relación en crisis.
A pesar de ello, la investigación sugiere que el conflicto en la pareja también puede resultar enriquecedor (Gottman, 1994, 1991; Roberts, 2000), siempre y cuando la forma de manejarlo sea adecuada. En este sentido, el elemento determinante de la estabilidad y del nivel de satisfacción en una relación de pareja no es tanto si en ella existen conflictos, sino la forma en que se manejan.
Cuando se intenta solucionar un conflicto, incluido después de una discusión aparentemente negativa, se genera un proceso en que los miembros de una pareja están llamados a manifestar su compromiso hacia el otro, a compartir sentimientos y opiniones, a renovar su compromiso, negociar áreas de acuerdo, integrar puntos de vista diferentes y a expresar preocupaciones y empatía (Christensen y Pasch, 1993). Es decir que todo el proceso de resolución promueve la comprensión mutua y el desarrollo de la relación, ayuda a mantener los sentimientos hacia el otro y motiva en la búsqueda de una manera alternativa y más positiva de comunicarse (Fowers, 1998).
Algunas personas presentan cierta tendencia a huir del conflicto, tanto en las relaciones de pareja como en otras relaciones personales, evitando expresar necesidades y malestares con el fin de no caer en la temida discusión. Esta estrategia, que momentáneamente puede ser considerada efectiva por algunas personas, puede conducir a la acumulación de tensiones, a desequilibrios en la relación, al desgaste emocional e incluso a la pérdida de afecto hacia el otro.

¿Cómo influyen los estilos de apego en la resolución del conflicto?
La manera de relacionarse de cada uno de nosotros o estilo de apego se ha relacionado tanto con el nivel de satisfacción en las relaciones interpersonales (románticas y no románticas), así como también con el tipo de estrategias que empleamos a la hora de solucionar los conflictos (Corcoran y Mallinckrodt, 2000; Feeney, 1999).
Las personas con apego seguro mantienen un mayor nivel de compromiso verbal (Collins y Read, 1990) y de auto-revelación (Mikulincer y Nachschon, 1991, Pistole, 1993), discuten e intentan comprender más (Feeney, Noller y Callan, 1994). Tienen mayor probabilidad de utilizar estrategias integradoras y comprometidas (Corcoran y Mallinckroft, 2000; Pistole, 1989), menor probabilidad de conductas de aislamiento y de agresión verbal (Senchak y Leonard, 1992; Creasey, Kerhaw y Boston, 1991).
Las personas con un apego ansioso o ambivalente tienen una fuerte tendencia a presionar a su pareja, intentan dominar el proceso de resolución de conflictos (Corcoran y Mallinckroft, 2000 ) y manifiestan mayor hostilidad (Simpson, Rholes y Phillips, 1996).
En el caso del apego evitativo, la persona tiende a aislarse y evitar el conflicto, demostrando escasa confianza en su propia capacidad de gestionar los estados afectivos negativos (Creasey, Kershaw y Boston, 1999). Puede así llegar a establecerse un patrón de conductas en las que la persona evitativa presenta solicitudes a su pareja para después aislase (Bradbury, Fincham y Beach, 2000). Es decir que no llega a comprometerse en este proceso de solución del conflicto compartiendo y renovando su compromiso hacia la otra persona, mientras que la pareja le solicita mayor cercanía emocional. La evitación y el aislamiento se han relacionado positivamente con el nivel de demanda de la persona y con la insatisfacción del otro miembro de la pareja (Heavey, Christensen y Malamuth, 1995; Klinetob y Smith, 1996).

¿Por qué es importante perdonar?
Atribuir una mala intención a nuestra pareja parece complicar el proceso de resolución del conflicto. Si esto se verifica, por un lado tenderemos a responder de una manera negativa y automática ante el comportamiento negativo de nuestra pareja, por otro manifestaremos un mayor número de respuestas negativas también automáticas durante las discusiones (Rusbult et al., 1991, 1996). Como consecuencia, cada miembro de la pareja puede llegar a adoptar conductas poco constructivas como rencores, amenazas, reproches, dificultando la resolución del conflicto (Fincham et al., 2004).
Con el fin de evitar este agravamiento, el perdón puede tener implicaciones sustanciales en la relación (Worthington & Wade, 1999) y en sus procesos. En este sentido, existen evidencias que relacionan el perdón con el bienestar en la relación (Fincham et al., 2002; McCullogh et al., 1998). El acto de perdonar representa la voluntad de salir de un ciclo potencial de interacciones negativas. Mientras que el resentimiento acumulado hacia la pareja puede aumentar el conflicto e impedir su resolución, perdonar es una forma de cerrar una situación dolorosa dentro de la relación y promocionar la reconciliación.
El perdón puede tener implicaciones en la relación tanto a largo plazo como en los patrones de interacción a corto plazo. Cuando una de las dos personas opta por abandonar el ciclo de interacciones negativas, el otro tiene menor probabilidad de mantener su comportamiento negativo (Fincham et al., 2004).
En el acto de perdonar se encuentra implícito el ser consciente del daño que nos han generado el conflicto, la creencia de que este daño no ha sido intencional o, por lo menos debido a cierta negligencia (Downie, 1965). De todas formas, también este caso, es necesario que la persona dañada sea consciente que tiene todo el derecho a sentirse mal (North, 1998).

¿Debemos buscar ayuda?
En muchas ocasiones, consideramos o simplemente damos por hecho que nos hemos expresado de manera suficiente o que nuestra pareja necesariamente debería saber y comprender cómo nos hacen sentir sus actos.
Sin embargo, la visión personal del conflicto no necesariamente tiene que ser compartida por ambos miembros de la pareja. Solicitar apoyo externo y especializado en la resolución de conflictos concretos o más generales dentro de la pareja puede resultar de ayuda en tanto permite encontrar un punto neutral y externo en la confrontación de pareceres.
Por otra parte, la dedicación de un momento específico y periódico a la comunicación constructiva y a la discusión de aspectos de la relación de pareja, en un entorno neutral y bajo la guía de un experto, puede proporcionar un entorno adecuado para la negociación, expresión y afrontamiento de desacuerdos y conflictos.
Referencias
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