La teoría del apego proporciona una explicación sobre cómo las experiencias relacionales tempranas moldean el funcionamiento interpersonal a lo largo de la vida. Se trata de un marco teórico que se ha considerado central en la comprensión de las relaciones niño-cuidador durante los últimos años (Karen, 1994), y progresivamente ha ido ganando relevancia también como marco teórico en la comprensión de los aspectos de la personalidad, la formación de la identidad y las relaciones cercanas en la etapa adulta (Gillath et al., 2016).
Uno de los aspectos únicos de la teoría del apego, que establece una diferencia con otras teorías en la psicología moderna, es la asunción de que las dinámicas que aparecen en las relaciones entre el niño y los padres también influyen en la forma en que los adultos funcionan en sus relaciones cercanas (Gillath et al., 2016).
El grado de seguridad que el niño experimenta durante los primeros meses de vida depende en gran medida de señales exógenas (disponibilidad y responsividad afectiva de los cuidadores). Tras repetidas interacciones, el niño desarrolla un conjunto de estructuras de conocimiento, o modelos operantes internos (Internal Working Models), que representan estas interacciones y contribuyen a la regulación del sistema de apego.
Bretherton & Mullholland, 1999
La teoría del Apego de John Bowlby
John Bowlby (1969/1982) consideraba la relación de apego del niño con el cuidador en la primera infancia como un elemento crítico para su supervivencia, desarrollo físico y emocional. Por este motivo, definió el apego como un “imperativo biológico” que se arraiga en una necesidad evolutiva. Actualmente este concepto permite explicar la naturaleza del vínculo emocional que, desde el nacimiento, se establece entre el niño y sus cuidadores, así como por qué las relaciones afectivas son tan importantes en nuestra experiencia como adultos (Bowlby 1973/1980).


Según Bowlby (1969, 1973, 1980), lo que permite desarrollar nuestra manera de ser y relacionarnos con el entorno es una necesidad biológica innata: la relación de apego. El sistema comportamental de apego es un mecanismo evolutivo diseñado para aumentar la probabilidad de supervivencia y éxito reproductivo. Como tal, el sistema de apego se considera un componente de la programación genética humana (Bowlby 1969/1982). Este conjunto de respuestas innatas de apego, instintivas ante la amenaza y la inseguridad del entorno se demuestran en tres tipos de comportamientos:
- Búsqueda, control e intentos de mantener la proximidad con una figura de apego, a través de las conductas de llorar, llamar o pegarse al adulto. Se trata de un repertorio biológicamente organizado del niño para establecer la proximidad con el cuidador y asegurarse su protección y cuidado.
- Uso de la figura de apego como base segura desde la que explorar ambientes y experiencias no familiares (Ainsworth, 1963). El sistema comportamental de exploración permite al niño sentirse libre de explorar el entorno y, cuando se encuentra temporalmente ausente, necesita de que la figura de apego se encuentra disponible como base segura para proporcionar protección, apoyo y recarga emocional.
- Recurrir a una figura de apego como base segura (safe heaven) en situaciones de peligro o de alarma. Los seres humanos, al sentirse amenazados, buscan la seguridad no en un lugar específico, sino en la compañía de personas consideradas más fuertes o sabias (Bowlby, 1979).
Según Bowlby, el desarrollo del vínculo de apego a lo largo del primer año de vida es un proceso gradual que pasa por cuatro etapas:
- Fase inicial de pre-apego (1-2 meses). El niño no discrimina a quien dirige los comportamientos de apego. La separación del cuidador primario puede no causar malestar, y el comportamiento de búsqueda de proximidad puede dirigirse a distintas personas disponibles.
- Fase de instauración del apego (2-6 meses). El niño empieza a discriminar entre los cuidadores y responde a ellos de forma diferenciada, manifestando preferencias.
- Fase de exploración activa y búsqueda de proximidad (alrededor de los 7 meses) o fase en que el apego completo resulta posible. El niño explora el entorno de forma más activa y es capaz de buscar la proximidad con cuidadores específicos. En este periodo es capaz de expresar completamente la búsqueda de proximidad y el comportamiento relacionado con la base segura. Por esta razón se empieza a combinar la preferencia por un cuidador con la protesta ante la separación de este.
- Fase de la «relación corregida por los objetivos» (goal-corrected partnership), alrededor de los 3 años. En esta fase el vínculo de apego se consolida según un mayor nivel de sofisticación cognitiva del niño, negociando la proximidad a nivel psicológico o simbólico en lugar de solo físicamente.
Aunque inicialmente en su teoría John Bowlby consideraba la proximidad física en sí se como la meta principal del apego, esta visión ha evolucionado y se ha refinado con el paso de los años. Actualmente se considera que el objetivo del comportamiento de apego del niño no se reduce a la búsqueda de protección ante un peligro presente, sino también a asegurarse de la disponibilidad del cuidador.
Hablando de que el objetivo del comportamiento de apego es el de que el niño se asegure de la disponibilidad del cuidador, John Bowlby incorporó a su teoría una dimensión interna al niño del apego: su valoración acerca de la disponibilidad afectiva percibida en el cuidador, que depende de su experiencia previa en relación con la disponibilidad percibida en el pasado (Bowlby, 1973).
En esta misma línea, Sroufe y Waters (1977) indicaron que la meta principal del sistema de apego es la percepción de seguridad (felt security), un estado subjetivo que no depende únicamente del comportamiento del cuidador, sino también de la experiencia interna del niño, incluyendo su propio estado de ánimo y condición física.
Las experiencias tempranas de relación entre niño y la figura de apego confluyen en los Modelos Operantes Internos del adulto (Internal Working Model – IWM). Un Modelo Operante Interno (IWM) es un guión experiencial inconsciente, constituido por pensamientos y expectativas de la persona que influye en su forma de relacionarse a lo largo de todo el ciclo vital. Estos pensamientos y expectativas proporcionan al individuo un conjunto de reglas sobre la direccionalidad del afecto (unidireccional o bidireccional), así como modelos de creencias y comportamientos en las interacciones sociales (Bretherton & Munholland, 1999).
Dada la necesidad biológica de apegarse, el niño debe adaptarse al cuidador, excluyendo de forma defensiva cualquier comportamiento que pueda interrumpir el vínculo de apego. Si por ejemplo un niño ha sido amado y cuidado por sus padres (o cuidadores), internalizará este tipo de expectativas y, cuando sea adulto, será sociable y buscará nuevas relaciones de aceptación y amor. Si un niño ha experimentado el no ser querido o cuidado por las figuras de referencia, internalizará la expectativa de que probablemente nadie lo querrá.
Algunos puntos clave de la teoría del apego según las palabras de Bowlby (1973, p.235) :
- “Cuando una persona está segura de que su figura de apego estará disponible para él cuando lo desee, estará mucho menos dispuesto a experimentar miedo intenso o crónico que una persona que, por cualquier razón, no tiene la misma seguridad”.
- “Esta seguridad sobre la disponibilidad de las figuras de apego, o la falta de ella, se construye progresivamente a lo largo del desarrollo (infancia y adolescencia). Las expectativas que se desarrollan durante este periodo tienden a mantenerse relativamente estables a lo largo del ciclo vital”.
- “Las distintas expectativas acerca de la disponibilidad y sensibilidad de las figuras de apego son un reflejo bastante preciso de la experiencia de la persona”.
Bowlby (1973) consideró que los Modelos Operantes Internos (IWM) que se derivan de este vínculo influyen en los patrones comportamentales de la persona, son componentes centrales de la personalidad y tienden a mantenerse relativamente estables a lo largo de la vida. Esta continuidad se debe principalmente a la persistencia de los modelos mentales acerca de uno mismo y del entorno, que se desarrollan en un contexto familiar estable (Bowlby, 1973).
Por un lado, y a pesar de su orientacion psicodinámica, Bowlby rechazó la concepción kleiniana de que las relaciones objetales internalizadas y las fantasías surgen del interior del niño, en lugar de emerger (como el defendia) de las interacciones del niño con otras personas. Por otro lado, Bowlby se vio influenciado por el modelo cognitivo de Jean Piaget que subrayaba que las acciones del niño hacia los objetos tienen como resultado el conocimiento tanto del mundo físico como del impacto del niño en el mismo, conocimiento que se registra internamente en forma de esquemas. En la misma línea, Bowlby indicó que las acciones repetidas de los niños con los cuidadores tiene como consecuencia el conocimiento del mundo interpersonal, que se registra internamente en forma de Modelo Operante Interno (Wallin, 2007).
Desde la infancia temprana, el Modelo Operante del apego (IWM) permite al niño y, sucesivamente al adulto, reconocer patrones de interacción con el cuidador que se han producido de manera repetida, y de esta manera “saber” cual será la siguiente acción del cuidador. Dado que el modelo operativo influye tanto en las expectativas como en el comportamiento que surge de estos, puede moldear las interacciones con otras personas, así como también ser modificado por estas (Wallin, 2007).
Los modelos mas funcionales (o seguros) de apego se consideran realmente modelos “operativos”: tienen una cualidad provisional que permite la modificación según la nueva experiencia. Por el contrario, los modelos inseguros de apego, tienden a ser mas rígidos y, por ello, se encuentran más limitados para encajar la nueva experiencia con las anteriores expectativas.
A pesar de que las relaciones tempranas con los cuidadores son la base experiencial sobre la que se generan estos modelos, el mismo Bowlby asumía que las representaciones del apego asociadas a un específico Modelo Operante Interno (IWM) pueden redefinirse en función de las experiencias y los cambios en el ambiente de cuidado (Bowlby, 1969).
Mary Ainsworth: La Strange Situation y la comunicación en la relación de apego
Siguiendo el paradigma teórico de Bowlby, Mary Ainsworth (1969, 1978) subrayó que el sistema de apego (innato y biológicamente dirigido) es modificable, y que las diferencias cualitativas en el comportamiento de apego en los niños pueden verse influidas por el comportamiento de los cuidadores (Grossman, 1995).


Este descubrimiento condujo a la clasificacion de los estilos de apego en la infancia y adultez, que se considera un aspecto central de la aportación de la teoría del apego a la psicoterapia. Además, Ainsworth contribuyó a la definición del concepto de “base segura” y jugó un papel central en la evolución del concepto de apego mas allá de la proximidad, incluyendo la influencia de las expectativas del niño sobre el cuidador.
Ainsworth identificó, de manera preliminar, el tipo de interacciones padres-hijo que tenían mayor probabilidad de generar un estilo de apego seguro, asi como también los distintos tipos de apego inseguro. La clave de esta diferencia se encontraba en los patrones de comunicación entre el niño y el cuidador (Wallin, 2007).
En las díadas seguras, el niño expresa claramente su necesidad de consuelo tras la separación, su alivio tras ser consolado cuando se reúne con la madre, y el estar preparado para continuar con el juego. Las madres observadas en sus estudios podían leer las claves no verbales de sus hijos de forma cuidadosa, respondiendo de manera acorde a la necesidad del niño. Esta secuencia refleja una comunicación coordinada, que se ha descrito como colaborativa o contingente.
En las díadas inseguras, los niños fracasaban en expresar su malestar, que se revelaba solo indirectamente a través de su elevada tasa cardiaca y niveles de cortisol. Cuando se reunían con las madre también fallaban en la expresión de su necesidad de consuelo. Los niños evitativos inhibían la comunicación que invitaba a la conexión. Casi el caso contrario se producía en los niños ambivalentes, que parecían amplificar las expresiones de apego. Estos niños transmitían su preocupación por la disponibilidad de la madre, su malestar por la separación era extremadamente severo, y su alivio al reunirse con la madre era poco significativo. La comunicación de las necesidades de apego en los niños con apego ambivalente parecía mantenerse en un nivel elevado a pesar de los esfuerzos maternos (Ainsworth, 1969; Main, 1990, 1995; Slade, 1999).
Durante su investigación a través del procedimiento de la Strange Situation, observó diferencias en los comportamientos de los niños: mientras la mayoría se encontraban inequívocamente apegados a sus madres, una minoría no lograba ser consolado por sus madres y fracasaban en la exploración, mientras que otros no demostraba evidencia de apego en ningún sentido.
Ainsworth teorizó que estas variaciones inesperadas reflejaban diferencias en el cuidado que los niños habían experimentado, haciendo mayor hincapié en la calidad más que en la cantidad de cuidados recibidos por los niños. De esta manera, concluyó que la sensibilidad de las madres a las señales del niño era de gran importancia en el establecimiento de un estilo de apego determinado. Finalmente, confirmó la idea de Bowlby de que el desarrollo sano se basa en que ambas partes disfruten de la relación de apego.
En línea con esta teoría, Ainsworth y colaboradores (1978) definieron tres estilos de apego o modalidades de interacción con los demás basadas en las expectativas del niño acerca de la disponibilidad afectiva de sus cuidadores: estilo de apego seguro, estilo ansioso/ambivalente, estilo evitativo. Posteriormente, Main y Solomon (1990) añadieron un cuarto estilo: el apego desorganizado.
Apego seguro | Acceso equilibrado a impulsos de exploración cuando los niños se sienten seguros y a buscar protección en la conexión con el cuidador cuando hay alguna dificultad. Las respuestas a la reunión con la madre/cuidador, más que la separación, revela más acerca de la seguridad o inseguridad del apego en la díada cuidador niño. Los niños seguros, tras haber experimentado malestar por la separación, se demostran seguros casi inmediatamente cuando reconectan con la madre, y rápidamente vuelven al juego. Este tipo de flexibilidad y resiliencia parece derivarse de las interacciones con una madre sensible, con un adecuado nivel de responsividad (responsiveness) a las señales y comunicaciones del niño. |
Apego inseguro evitativo | El niño no abandona la exploración y no parece afectado por la separación y retorno de la madre, su aparente falta de malestar puede ser malinterpretada como calma. La indiferencia superficial del niño evitativo, así como la posible ausencia de comportamiento de apego, puede reflejar una acomodación defensiva parecida al desapego que Bowlby había observado en niños de 2 y 3 años que habían sufrido separaciones forzosas de los padres. Ainsworth indicó que las madres de los niños evitativos habían rechazado activamente sus intentos de conexión (Ainsworth et al., 1978), mientras que otros observadores observarían posteriormente que estas madres se aislaban cuando sus hijos parecían tristes (Grossman & Grossmann, 1991). La inhibición de la expresión emocional, la aversión al contacto físico y a la búsqueda cuando se produce son signos del tipo de maternidad que produce niños evitativos (Main & Weston, 1982). |
Apego inseguro ambivalente | Ainsworth identificó dos tipos estilos dentro de la categoría de apego ambivalente: los niños que se muestran enfadados y los que se muestran pasivos. En ambos casos, los niños se manifiestan demasiado preocupados por el paradero de la madre como para explorar libremente y ambos reaccionan a su partida con estrés intenso. Según las observaciones de Ainsworth, los bebés ambivalentes son hijos de madres más impredecibles o disponibles solo ocasionalmente y, aunque las madres no rechazan verbal ni físicamente a los niños, su responsividad a las señales del niño se considera menos sensible. Las madres de bebés ambivalentes paren desalentar la autonomía de los niños de forma sutil o no sutil. – En el rencuentro, los niños considerados enfadados oscilan entre aperturas activas para la conexión con la madre y expresiones de rechazo. – Por otro lado, los niños considerados pasivos parecen capaces sólo de acercamientos débiles o implícitos de consuelo, como si estuvieran demasiado abrumados para acercarse directamente a la madre. Incluso en su presencia, estos niños buscan a una madre que no se encuentra allí. |
Sucesivamente a Mary Ainsworth, Main & Solomon (1990) encontraron que algunos niños presentaban respuestas inexplicables, contradictorias o extrañas en presencia de los padres, e introdujeron una nueva categoría en la clasificación inicial el apego inseguro: el estilo desorganizado. Según los mismos autores el apego desorganizado probablemente no fue detectado hasta ese momento debido a que este tipo de comportamientos (que a menudo no duraban mas de 10 o 30 segundos) solo se consideraban en el contexto del comportamiento del niño como un todo en la Strange Situation (Main y Solomon, 1990). Por esta misma razón, muchos de los niños considerados desorganizados fueron considerados con una clasificacion alternativa de su conducta general en la Strange Situation, como seguros, evitativos o ambivalentes.
Main hipotetiza que el apego desorganizado aparece cuando la figura de apego se experimenta simultáneamente como base segura y como fuente de peligro, cuando el niño (preprogramado para dirigirse al cuidador en momentos de peligro) vivencia impulsos contradictorios de aproximación y evitación.
Intentando comprender su hallazgo, Main propuso que la desorganizacion en el niño es el resultado no solo de las interacciones con los padres cuyo abuso o maltrato es evidentemente atemorizante, sino también en interacciones en las que el niño percibe al padre como asustado. El apego desorganizado puede aparecer en las interacciones del niño con cuidadores que son atemorizantes, están asustados o disociados.
Apego seguro | Los niños con este estilo de apego son capaces de representarse la figura de apego cuando ésta no está físicamente disponible. Esperan su regreso y, mientras tanto, exploran el ambiente e intentan interactuar con el entorno. |
Apego inseguro evitativo | Los niños con este estilo de apego se muestran imperturbables cuando la figura de apego no está físicamente presente. Esperan su regreso y, cuando ésta regrese, no le prestan mucha atención, manteniéndola a distancia. |
Apego inseguro ambivalente | Los niños con este estilo de apego presentan una ansiedad muy fuerte cuando la figura de apego no está físicamente presente. Esperan su regreso llorando y protestando y, cuando ésta regresa, no se calman con facilidad. |
Apego inseguro desorganizado | Los niños con este estilo de apego se muestran asustados, confusos, apáticos, desorganizados, buscan y rechazan al cuidador, no saben manejar la angustia ante la separación cuando la figura de apego no está presente. Cuando ésta regresa, el estado de desorganización perdura hasta derivar en hiperexcitación. Todo ello se relaciona con experiencias relacionales tempranas muy dolorosas y caóticas. No han podido organizarze para responder de una forma regular y característica en la relación con sus cuidadores. |
Mary Main: representaciones mentales del Apego y Adult Attachment Interview
La contribución más relevante de Mary Main, la Adult Attachment Interview (AAI), permitió a los investigadores empezar a explorar el mundo interno del apego en la adolescencia y en la etapa adulta así como también comprender la forma en que los estilos de apego parentales pueden influir en el estilo de relación (o de apego) de los hijos.
Las investigaciones de Main con niños de 6 años y sus padres, desplazó el foco de la investigación desde el mundo relacional externo al mundo interno o de las representaciones mentales. Su investigación se diseñó para comprender las relaciones objetales internalizadas que se pueden resumr en la historia de apego de la persona en una compleja red de recuerdos, emociones y creencias que, a su vez, influyen en el comportamiento de apego presente y futuro (Wallin, 2007).

La AAI consiste en una serie de preguntas que dirigen explícitamente la atención a recuerdos relacionados con el apego. Tras solicitar una descripción general de la relación en la infancia con ambos progenitores, los entrevistados son invitados a seleccionar cinco adjhetivos o frases para describir su relación temprana con cada uno de los padres, y posteriormente, a apoyar estas descripciones con ejemplos.
Según Main, los modelos operantes internos (IWM) del apego pueden ser registrados a partir de patrones característicos de tipo narrativo, discursivo y comportamental. A partir de esta idea, diseñó una entrevista clínica semi-estructurada, denominada Adult Attachment Interview (AAI), en la que solicitaba a los padres de su estudio que recordaran y reflexionaran sobre la historia de sus relaciones con sus propios padres, incluyendo experiencias de pérdida, rechazo y separación (Slade, 2000; Goerge, Kaplan & Main, 1984, 1985, 1996).
Considerando que el lenguaje puede transmitir más de lo que revela, y que las representaciones internas son en su mayoría insconscientes y por ello no verbalizables, Main concentró su atención en la forma en que los padres de su estudio utilizaban las palabras, más que en el contenido concreto. La investigación longitudinal de Main proporcionó dos descubrimientos principales que tuvieron como consecuencia el paso de la investigación del apego centrada en el comportamiento a la investigación centrada en la representación.
- Encontró una correlación entre el comportamiento del niño en la Strange Situation a los 12 meses y la estructura de sus representaciones mentales cinco años después.
- Encontró una correlación intergeneracional entre el comportamiento del niño en la Strange Situation y la actitud de los padres en relación con el apego.
Según Main, diferentes patrones de interacción madre hijo pueden conducir al desarrollo no solo de distintos comportamientos, sino también de distintos procesos representacionales, por ello, los modelos operantes internos de apego se basan en las interacciones tempranas (Main, 2000).
Además los modelos operantes (IWM) de los padres ejercen una influencia en la calidad de las interacciones tempranas y, a su vez, moldean los modelos operantes del niño. Main encontró una correlación significativa entre la seguridad del apego de los niños y el “estado mental con respecto al apego” de sus padres. De manera más especifica, las clasificaciones en la Strange Situation predijeron los resultados en la AAI y, de la misma manera, esta correlación también se producía de manera inversa (Main et al., 1985). Sorprendentemente, las predicciones a través de la AAI pueden ser realizadas cuando se administra la entrevista a los padres antes del nacimiento del niño (van IJzendoorn, 1995).
Los estudios de Main revelaron importantes diferencias entre las transcripciones de la AAI de padres con hijos con un estilo de apego seguro y las de los padres con hijos con un estilo de apego inseguro (Main et al., 1985; Main, 1991, 1995, 2000; Siegel, 1999).
En el Adult Attachment Interview (AAI), los padres con hijos con un estilo de apego seguro se muestran capaces de implicarse de forma cooperativa con el entrevistador, demuestran mayor facilidad en la recuperación, atención y objetividad en la exploracion de sus historias de apego.
En el Adult Attachment Interview (AAI), los `padres con hijos con un estilo de apego inseguro manifiestan un patrón general de dificultad en el mantenimiento de un discurso coherente y colaborativo. Se pueden distinguir tres patrones particulares de incoherencia y falta de colaboración que se corresponden a los patrones de inseguridad observados en la Strange Situation con los hijos:
- Evitativo: los padres fueron considerados “rechazantes” (dismissing) dado que tendían a minimizar el valor e influencia del apego, e insistir en su falta de recuerdo de experiencias relacionadas con el apego;
- Ambivalente: padres descritos como “preocupados” dado que parecían exprimentar el apego como intrusivo en su momento presente;
- Desorganizado: padres intermitentemente desorganizados o desorientados en la exposición de experiencias pasadas, caracterizados como “no resueltos o desorganizados” .
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