El Trastorno del Lenguaje Expresivo (o disfasia expresiva) es una dificultad que surge desde el principio de la adquisición del lenguaje: el desarrollo lingüístico se da con retraso y con distorsiones. Se trata de una afectación específica del desarrollo, no relacionada con déficits a nivel sensorial, motriz, intelectual o socioemocional.
Este trastorno atañe al 7,4% de la población infantil (Tomblin & Cols, 1997) detectándose habitualmente a partir de los cuatro años y, a menudo, con un pronóstico de persistencia prolongada.
La sintomatología lingüística de los niños con Trastorno del Lenguaje Expresivo (TEL) puede manifestarse con una gran variabilidad en los distintos niveles del lenguaje (problemas fonológicos, a nivel morfosintáctico, etc.), afectando a uno o más componentes del sistema lingüístico.