Llega el final del curso escolar y, para algunos padres, también el momento de afrontar las temidas asignaturas suspensas y las correspondientes recuperaciones. En estos momentos es posible que se planteen dudas acerca de cómo reaccionar ante la situación, cómo evitar que se repita o cómo llegar a entender qué ha podido ocurrir durante el curso.
A pesar de ello, tomando en consideración el escaso espacio temporal entre el suspenso y la recuperación, resulta relevante remarcar que como padres deberíamos centrarnos más en apoyar que en reprender a nuestro hijo.
Es natural que el fracaso de nuestro hijo nos genere cierta frustración. Sin embargo, si queremos obtener algo positivo de la experiencia actual, tendremos que esforzarnos en superar nuestro enfado y aprovechar para enseñar a nuestro hijo a tolerar y corregir los errores.
Analizar el motivo del suspenso: ¿qué es lo que ha pasado?
Dependiendo del motivo del suspenso, la actitud parental debería tomar distintas direcciones: no es lo mismo reaccionar ante la falta de interés o esfuerzo que ante una dificultad para comprender o manejar una asignatura determinada.
En el primer caso, un aspecto fundamental es intentar comprender las causas de la falta de interés de nuestro hijo. La presencia de menor motivación escolar puede estar relacionada con aspectos emocionales más complejos que se deben abordar con el fin de ayudar a nuestro hijo a sacar adelante el curso.
Cuando las dificultades se relacionan con menor comprensión o manejo de una o varias asignaturas puede resultar de ayuda conocer con detalle cuáles son las dificultades específicas de nuestro hijo.
Estas pueden estar relacionadas con dificultades de aprendizaje, técnicas de estudio ineficaces, dificultades motivacionales o con el propio sistema académico. También se debe contemplar la posibilidad de que existan otros factores que hayan influido en el rendimiento en los exámenes finales, como por ejemplo el cansancio, dificultades de sueño, estrés o ansiedad.
Cuidado con las atribuciones del tipo: “No es mi culpa, es el profesor que explica mal”
Es importante que nuestro hijo aprenda a asumir su parte de responsabilidad, reconociendo que en el caso de no haber entendido al profesor por ejemplo, podría haber intentado comprender la asignatura por otros medios antes de llegar el examen final.
Más allá de buscar culpables, un aspecto fundamental que como padres deberíamos tener en cuenta a la hora de reaccionar y gestionar las recuperaciones es ayudar a nuestro hijo a comprender que, en casos de dificultad futura, puede y debe acudir a los padres o profesores.
Pedir ayuda cuando se necesite es una competencia académica que se desarrolla junto con otros tipos de aprendizajes más formales, permite asumir y afrontar las dificultades de manera más realista, sin esperar que las cosas se resuelvan mágicamente por sí solas.
Algunas claves para ayudar al alumno a gestionar suspensos y recuperaciones
- Permítile que asuma y rectifique su error, sin generarle excesivos sentimientos de culpabilidad.
- Transmítele confianza a la hora de reanudar su proceso de estudio: va a enfrentarse de nuevo a la situación de evaluación en la que previamente no ha tenido éxito.
- Ayúdale a organizarse, a crear un horario y un plan de estudio para las asignaturas suspensas.
- Recuérdale con claridad sus obligaciones sin presionarle: explicarle sus propias responsabilidades debe necesariamente conllevar la posibilidad de asumir un papel más protagonista y activo en la organización del estudio.
- Ayúdale a analizar y reflexionar sobre las posibles dificultades que hayan podido surgir en el examen anterior, para evitar que se repitan.
- Promociona también el descanso y la distracción: una buena técnica de aprendizaje conlleva tiempo de estudio no superiores a los 45 minutos seguidos de breves descansos, sin contar la necesidad de tiempos más largos de descanso para despejarse de las obligaciones.
- En conclusión, apóyale en positivo, animándole a creer y apostar por sus propias competencias para superar las dificultades con constancia pero sin ansiedad y miedo al fracaso.