Dificultades emotivo-relacionales en el TDAH

Artículo de Giulia Mari

El TDAH es un trastorno de origen neurológico que, debido a su sintomatología predominante (dificultades atencionales, hiperactividad e impulsividad) habitualmente se aborda desde sus consecuencias comportamentales y académicas. Sin embargo, las personas con TDAH experimentan también alteraciones en el ámbito emocional y relacional, principalmente asociadas a dificultades en la cognición social, habilidades sociales y reconocimiento de emociones.

A nivel emocional, se ha indicado que las personas con este trastorno pueden presentar dificultades en la regulación, dificultades de tolerancia a la frustración, menor empatía y menor respuesta a la estimulación (Barkley, 2006).

La ansiedad y la depresión son síntomas frecuentemente comórbidos al TDAH (Escobar et al., 2005, Connor et al., 2003; Steinhausen et al., 1998; Kadesjo y Gillberg, 2001, Jensen et al., 2001). Además, el diagnostico de TDAH se ha relacionado con  menor autoestima. Tanto en la infancia como a lo largo de la adolescencia y de la juventud se considera un factor de riesgo para la depresión (Perwien et al., 2006, 2004;  Escobar et al., 2005; Sawyer et al., 2002;  Edbom et al., 2006; Hechtman et al., 1980; Alston y Romney, 1992), menor percepción de auto-eficacia (Klimkeit et al., 2006) y sentido distorsionado del yo (Krueger y Kendall, 2001).

A nivel neuropsicológico, el TDAH se ha relacionado con alteraciones en el funcionamiento ejecutivo, sistema relacionado con la capacidad de auto-regulación y organización (Barkley, 2006). Como consecuencia de las cuales, las personas con este trastorno pueden presentar mayor dificultad para moderar, manipular o manejar sus reacciones emocionales , mostrarse más impulsivos y, por ello, expresar reacciones emocionales más extremas en comparación con otras personas de su edad. En este sentido, algunas investigaciones han considerado las dificultades de control emocional en la misma dimensión que los síntomas de hiperactividad e impulsividad, relacionándolas con una dificultad de inhibición ejecutiva (Barkley et al., 2008; Gioia et al., 2000).

El Center of Child Development de Harvard (2011), ha señalado que el correcto funcionamiento de las funciones ejecutivas es uno de los procesos claves para un desarrollo típico, y un factor de protección significativo en la adaptación funcional en el ciclo vital. En el caso de niños con TDAH, la alteración en las funciones ejecutivas, genera dificultad en el desarrollo de competencias como la gestión y organización de los estímulos  (Tambelli, 2017; Barkley, 2006).

dificultades emotivo-relacionales en el TDAH

Cognición social en TDAH

La cognición social es una competencia relacionada con la capacidad de comprender los puntos de vista ajenos a través de la codificación, representación e interpretación de claves sociales (Uekermann y Daum, 2007, 2008), la percepción de las emociones a partir de las expresiones faciales, la prosodia del lenguaje (Ackerman, 1985; Bolinger, 1972; Ross, 1997), y competencias relacionadas con la teoría de la mente (Uekerman et al., 2010).

Según el modelo del procesamiento de la información social (Crick y Dodge, 1994; Dodge, 1986) en la resolución de situaciones sociales se pueden distinguir 6 pasos en el procesamiento:

  • Codificación de claves situacionales
  • Interpretación
  • Clarificación de metas
  • Acceso o construcción de respuestas
  • Decisión/elección de respuesta
  • Respuesta comportamental.

La cognición social se encontraría implicada en los dos primeros pasos del modelo (codificación e interpretación de claves sociales). En estos dos primeros pasos, la presencia de sesgos en el procesamiento de la información se considera de especial relevancia, ya que una tendencia a distorsionar o malinterpretar las intenciones atribuidas a los comportamientos ajenos puede generar reacciones y soluciones menos adaptadas a los problemas sociales (Uekerman et al., 2010).

Las dificultades en cada una de las etapas del procesamiento de la información social pueden darse en personas con TDAH, conduciendo a una cognición social más desorganizada (Uekerman et al., 2010) en comparación con personas con desarrollo típico.

El comportamiento hiperactivo e impulsivo, así como también la inatención de las personas con TDAH puede tener como consecuencia dificultades sociales (Nijmeijer et al., 2008). En relación con las mismas, se han observado dificultades tanto en el procesamiento y regulación emocional (Wehmeier et al., 2010) como en la valoración de las emociones ajenas, reconocimiento y etiquetado de expresiones faciales y reconocimiento de emociones en base a claves situacionales (Miller et al., 2010; Da Fonseca et al., 2009; Boakes et al., 2007; Pelc et al., 2006; Friedman et al., 2003; Cadesky et al., 2000; Corbett y Glidden, 2000).

Según el modelo de las funciones ejecutivas (Barkley et al., 1996), los problemas comportamentales en el TDAH se pueden relacionar con dificultades en la inhibición, asociadas a dificultad en la separación del afecto, prolongación, internalización del lenguaje y reconstitución. Este mismo autor (Barkley, 1994) propuso que una dificultad en retrasar la respuesta puede afectar a la separación de afecto, generando como consecuencia una conducta social más inmadura o narcisista. Las dificultades en el desarrollo de estrategias de autocontrol se han relacionado también con dificultades en la internalización del lenguaje.

A nivel neurológico, distintas investigaciones de neuroimagen y estudios neuropsicológicos y neuroquímicos, han indicado la presencia de anomalías estructurales y funcionales en distintas áreas cerebrales y circuitos neurales en personas con diagnóstico de TDAH de todas las edades (Cubillo et al., 2012; Konrad y Eickhoff, 2010; Krain y Castellanos, 2006; Bush et al., 2005). Por otro lado, existen estudios con técnicas de neuroimagen funcional y estudios sobre lesiones, que han situado la cognición social en redes que implican el córtex prefrontal (Brennan y Arnsten, 2008: Brune y Brune-Cohrs, 2006; Drevets et al., 2008; Uekerman y Daum, 2008), área habitualmente relacionada con las funciones ejecutivas y con las dificultades características del TDAH (Barkley, 1994).

dificultades emotivo-relacionales en el TDAH

Habilidades sociales en TDAH

Las habilidades sociales son una parte esencial de la actividad humana, ya que determinan en gran parte el nivel de adaptación y bienestar de una persona. Este conjunto de habilidades permite a la persona desarrollarse en un contexto individual e interpersonal, expresar sentimientos, actitudes, deseos y opiniones de un modo adecuado al contexto (Caballo, 2005). Todos estos elementos tienen una influencia directa en la autoestima, la capacidad de adopción de roles, la autorregulación del comportamiento y el rendimiento académico entre otros aspectos (Monjas Casares, 2002; Ovejero Bernal, 1998).

Los comportamientos sociales se adquieren de manera progresiva a lo largo del ciclo vital, gracias a las interacciones sociales a las que la persona se expone continuamente. Cada interacción, positiva o negativa, implica una serie de modelos de comportamientos complejos y sincronizados que el niño aprende progresivamente (Polmonari – Ricci Bitti, 1978).

Numerosos estudios han observado dificultades interpersonales y baja competencia social en los niños con TDAH. La aceptación o el juicio de los pares son factores importantes en la detección de una mala adaptación al contexto social. En este sentido, se ha señalado que un 74% de los niños con TDAH (subtipo combinado) son rechazados por sus compañeros de manera frecuente y constante (Pardos et al., 2009). Las causas del rechazo pueden agruparse en distintas áreas: conductas molestas (desorganizadas, antisociales y agresivas) y características de personalidad (mal carácter, egoísta, mal compañero, prepotente, etc.) y, en menor medida, características académicas (Pardos et al., 2009).

Los niños y adolescentes con TDAH pueden presentar menores competencias sociales y comunicativas en comparación con los niños y adolescentes con desarrollo típico (Klimkeit et al., 2006). Las dificultades sociales tienden a mostrarse de forma mas intensa en los casos en que existe comorbilidad con otras dificultades. Los niños con diagnostico de TDAH y problemas conductuales comórbidos tienden a mostrar más problemas en la relación con los pares y en cuanto al malestar familiar, en comparación con niños con diagnostico aislado de TDAH (Kuhne et al., 1997).

En cuanto a las relaciones con los pares (Coghill et al., 2006; Becker et al., 2006), distintos estudios han indicado que los niños con TDAH tienen menos amigos (Meltzer et al., 2003) o presentan limitaciones en las actividades con estos (Escobar et al., 2005). Estas dificultades se han considerado una consecuencia de las menores competencias para participar en intercambios sociales en los que se exige compartir, cooperar o esperar el turno (Barkley, 2006). Los niños y adolescentes con TDAH pueden actuar de manera mas egocéntrica, impulsiva, intrusiva, demandante y hostil en las relaciones con los iguales (Wehmeier et al., 2010).

dificultades emotivo-relacionales en el TDAH

La presencia de conductas de tipo externalizante (agresivas, desorganizadas, imprevisibles, oposicionistas, ruidosas, de escaso respeto a las reglas, actos inesperados e inapropiados), afectan a las relaciones sociales de los niños con TDAH y, como consecuencia, también a sus oportunidades de desarrollo de competencias sociales en sus distintos contextos relacionales (Garcia-Castellar et al., 2006).

Las dificultades interpersonales de los niños con TDAH pueden aparecer también en las relaciones con los adultos (padres y profesores). Los profesores tienden a mostrarse más controladores y a responder con mayor frecuencia a las conductas negativas (Pardos et al., 2009). En el entorno familiar, se ha indicado que

Las relaciones familiares pueden verse afectadas cuando existe un diagnostico de TDAH en alguno de los hijos (Johnston y Mash, 2001), generando como consecuencia una mayor probabilidad de conflictos y mayores niveles de estrés en el ámbito familiar (Barkley, 2006; Schreyer y Hampel, 2009), y estilos educativos más directivos o intrusivos en comparación con padres con hijos con desarollo típico (Saunders y Chambers, 1996).


Reconocimiento de emociones en TDAH

El correcto reconocimiento de expresiones faciales de emociones desempeña un papel fundamental en el desarrollo y la regulación de las relaciones interpersonales (Edwards et al., 1984; Feldman et al., 1991; Philippot y Feldman, 1990).

También en relación con las dificultades interpersonales en el TDAH, existen investigaciones que señalan la frecuente aparición de déficits en la comunicación no verbal y, de manera particular, a nivel de aspectos receptivos (Sinzing et al., 2008; Corbett y Glidden, 2000; Shapiro et al., 1993). Distintas investigaciones con niños con TDAH han demostrado la presencia de dificultades en tareas de identificación de la prosodia afectiva y su correspondencia con expresiones faciales (Shapiro et al., 1993), identificación de frases neutras representando emociones básicas (Corbett y Glidden, 2000) y reconocimiento de expresiones faciales emocionales (Sinzing et al., 2008).

Por otro lado, existen estudios que señalan la presencia de marcadas diferencias en la capacidad de percibir correctamente emociones entre niños socialmente aceptados y rechazados (Pelc et al. 2006), por lo que en el caso de niños aislados o rechazados por el entorno, estas dificultades podrían verse aumentadas.

Las dificultades de reconocimiento emocional detectadas se han relacionado con ciertas peculiaridades a nivel neurológico, indicando la presencia de alteraciones en regiones críticamente relacionadas con la percepción emocional, como el córtex prefrontal y los ganglios basales (Uekerman et al., 2010; Brennan y Arnsten, 2008), menor volumen del córtex dorsolateral y medial prefrontal y caudatum (Kelly et al., 2007; Makris et al., 2009) o distintas alteraciones en las estructuras frontoestriales (Bush et al., 2005, Kain y Perner, 2003).

A nivel evolutivo, existen investigaciones que señalan que estas dificultades se muestran de manera más marcada en los pacientes más jóvenes (Shapiro et al.,1993; Guyer et al., 2007), hipotetizando la posibilidad de una mejoría evolutiva en la asignación de recursos atencionales o el desarrollo de ciertas estrategias de compensación en la percepción emocional. Sin embargo, otras investigaciones no han logrado confirmar esta hipótesis, indicando la posibilidad de que las dificultades de reconocimiento emocional y comprensión social podrían mantenerse en la adolescencia y etapa adulta (Raz y Dan, 2015; Cadesky et al., 2000; Corbett y Glidden, 2000; Downs y Smith, 2004; Pelc et al., 2006; Sibley et al., 2010).

dificultades emotivo-relacionales en el TDAH

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Psise: Servicio de Psicología Clínica del Desarrollo. Unidad de Observación y Diagnóstico Funcional.