El grupo en la adolescencia

El grupo en la adolescencia constituye uno de los principales contextos evolutivos para los jóvenes, influye en el desarrollo de competencias sociales, de la empatía, de la identidad y en la toma de decisiones (Shaffer y del Barrio Martínez, 2002; Hartup, 1996; Berndt, 1992; Brown, 1990).

A diferencia de otros contextos sociales como la familia o la escuela, el grupo de amigos es un contexto voluntario, en tanto el adolescente tiene el control en la elección de sus amistades (Ryan, 2000).

Las interacciones con los amigos suponen mayor tiempo en la adolescencia en comparación con etapas previas y  pueden influir en las características del adolescente a través de procesos como el intercambio de información (Berndt, 1999), el modelado (Bandura, 1986; Schunk y Zimmerman, 1996) y el refuerzo de normas y valores.

Las interacciones con los amigos suponen mayor tiempo en la adolescencia en comparación con etapas previas

La intimidad con los compañeros en el mismo momento vital, resulta un apoyo esencial para hacer frente a los retos con los que se encuentra el adolescente. Esto porque ha llegado el momento en el que no se puede o  no se quiere contarlo todo a los padres, así que se buscan confidentes para un apoyo y un punto de vista más igualitario sobre el entorno y los acontecimientos.

La tendencia natural de los padres es la protección y promoción de la exploración. Sin embargo ha llegado el momento de buscar opciones propias, experimentar, asumir riesgos y tomar decisiones de manera más independiente. Por este choque de necesidades entre padres e hijo pueden aparecer conflictos y discusiones familiares, en muchos casos relacionados con las responsabilidades y la autonomía del adolescente.


¿De que depende la selección del grupo de amigo?

La atracción interpersonal y la selección del grupo de amigos se pueden ver influidas por la similaridad en las características personales. También la seguridad y autoestima, el estilo de apego, el estilo parental y la calidad de las relaciones familiares juegan un papel muy significativo en la toma de decisiones, la asunción de ciertas compañías y la influencia que el adolescente permita que el entorno ejerza sobre él.

La selección del grupo de amigos en la adolescencia se puede ver influida por similaridad, autoestima, seguridad, estilo de apego, estilo parental y calidad de las relaciones familiares

Cuando la selección del grupo de amigos se basa en la búsqueda de características similares a las propias, la socialización tendrá como consecuencia un refuerzo de dichas características (positivas o negativas) más que un cambio de actitud (Ryan, 2000; Brown et al., 1993). 

También en algunos casos la selección o atracción hacia ciertas compañías se puede ver determinada por aspectos que el adolescente percibe como atractivos o deseables, optando por acercarse a grupos en los que considera se encuentran reflejadas determinadas características o actitudes con las que quiere identificarse.

La selección del grupo puede basarse en características similares o en aspectos que se perciben como atractivos y con los que se quiere identificar.

En cualquiera de los dos escenarios (similitud o deseo de identificarse con algo nuevo), el valor otorgado a ciertas características o valores personales determinará hasta qué punto el adolescente es más receptivo o reticente al cambio. 

Una creencia o actividad que constituye una parte importante de la identidad y tiene un valor personal elevado será mas resistente al cambio. Por el contrario, el cambio será más probable ante aspectos que se desean asumir como propios y que exigen la modificación de aspectos personales de menor valor (Ryan, 2000).

De esta manera el grupo abre al adolescente 4 posibilidades (Ryan, 2000):

    1. Refuerzo: no existe presión para al cambio, las características y actitudes se ven reforzadas por el grupo.
    2. Status quo: no existe presión para el cambio, aunque el adolescente esté abierto al mismo. Se mantiene el status quo de los miembros del grupo y no se cuestionan las características y actitudes de nadie.
    3. Conflicto: el grupo ejerce presión hacia el cambio pero el adolescente se mantiene reticente ante el mismo. Esta situación puede  desembocar en conflictos interpersonales e intrapersonales.
    4. Cambio: existe presión para el cambio y el adolescente busca y se muestra dispuesto hacia el mismo. Esta situación desemboca en una evolución de las características personales de lo miembros del grupo hacia otras que se consideran más deseables (sean positivas o negativas).

Referencias

  • Bandura, A. (1986). Social foundations of thought and action: A social cognitive theory. Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall.
  • Berndt, T.J. (1999). Friends’ influence on students’ adjustment to school. Educational Psychologist, 34, 15-29.
  • Berndt, T.J. (1992). Friendships and friends’ influence in adolescence. Current Directions in Psychological Science, 1; 156-159.
  • Berndt, T.J. (1989). Obtaining support from friends during childhood and adolescence. En D. Belle (ed.), Children’s social networks and social support. John Wiley & Sons, NY.
  • Brown, B.B., Mounts, N., Lamborn, S.D. y Steinberg, L. (1993). Parenting practices and peer group affiliation in adolescence. Child Development, 64, 467-482.
  • Compas, B.E., Malcarne, V.L. y Fondacaro, R.M. (1988). Coping with stressful events in older children and young adolescents. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 56; 405-411.
  • Cowen, E.L., Wyman, P.A., Work, W.C. y Parker, G.R. (1990). The Rochester Child Resilience Project: Overview and summary of first-year findings. Development & Psychopathology, 2; 193-212.
  • Ebata, A.T. y Moos, R.H. (1991). Coping and adjustment in distressed and healthy adolescents. Journal of Applied Developmental Psychology, 17; 33-54.
  • Gottlieb, B.H. (1991). Social support in adolescence. En M.E. Colten y S. Gore (eds), Adolescent stress: Causes and consequences. Aldine de Gruyter, NY.
  • Hartup, W.W. (1996). The Company they keep: Friendships and developmental significance. Child Development, 67, 1-13.
  • Herman-Stahl, M.A. y Petersen, A.C. (1996). The protective role of coping and social resources for depressive symptoms among young adolescents. Journal of Youth and Adolescence, 25 (6), 733-753.
  • Herman-Stahl, M.A., Stemmler, M.K. y Petersen A.C. (1995). Approach and avoidant coping: Implications for adolescent mental health. Journal of Youth & Adolescence, 24; 649-665.
  • Johnson, J.H. (1986). Life events as stressors in childhood and adolescence. Sage, Newbury Park, CA.
  • Lazarus, R.S. y Folkman, S. (1984). Stress, Appraisal and Coping. Springer, NY.
  • Petersen, A.C. (1988). Adolescent development. Annual Review of Psychology, 39; 583-607.
  • Ryan, A.M. (2000). Peer groups as a context for the socialization of adolescents’ motivation, engagement and achievement in school. Educational Psychologist, 35 (2), 101-111.
  • Sandler, I.N., Tein, J.Y. y West, S.G. (1994). Coping, stress and psychological symptoms of children of divorce: A cross-sectional and longitudinal study. Child Develioment, 65; 1744-1763.
  • Sandler, I.N., Miller, P., Short, J. y Wolchij, S.A. (1989). Social support as protective factor for children in stress. En D. Belle (Ed.), Children’s social networks and social support. John Wiley & Sons, NY.
  • Schunk, D.H. y Zimmerman, B.J. (1996). Modeling and self-efficacy influences on children’s development and self-regulation. En J. Juvinen y K. Wentzel (eds.), Social motivation: Understanding children’s school adjustment (pp-154-180). Cambridge, UK: Cambridge University Press.
  • Seligman, M.E. (1990). Learned Optimism. Pocket Books, NY.
  • Shaffer, D. R., & del Barrio Martínez, C. (2002). Desarrollo social y de la personalidad. Madrid: Thomson.
  • Sheier, M.F. y Carver, C.S. (1985). Optimism, coping and health: Assessment and implications of generalized outcome expectancies. Health Psychology, 4; 219-247.
  • Werner, E.E. y Smith, R.S. (1992). Overcoming the Odds. Cornell University Press, Ithaca, NY.

© Psise: Servicio de Psicología Clínica del Desarrollo. Unidad de Observación y Diagnóstico Funcional.