La modulación sensorial es una competencia que se desarrolla a lo largo de la primera infancia, a partir del temperamento, del desarrollo cerebral y de las experiencias del niño. Implica la capacidad de regulación y organización de las respuestas a un estímulo sensorial según grado, intensidad y naturaleza, de forma que el niño logre mantener un desempeño y adaptación al contexto adecuado (McIntosch et al., 1999; Lane et al., 2000).
La sensación es un proceso biofísico encargado de recibir información procedente de estímulos externos e internos al individuo, codificarla en impulsos neuronales y enviarla a áreas cerebrales especializadas en el análisis, integración y atribución de significado. Sucesivamente, estas áreas especializadas proporcionan al individuo una respuesta perceptiva consciente como por ejemplo haber oído o visto algo, actuando de una cierta manera.
En otras palabras, el procesamiento senso-perceptivo implica la recepción de un estímulo físico, su transformación en un impulso neural e integración en representaciones perceptivas que llevan al individuo a la experiencia consciente de su vivencia. Este proceso es fundamental para el aprendizaje, la percepción y la acción del niño (Kandel, Schwartz & Jessell, 2000; Sheperd, 1994) y, en particular, su modulación e integración en representaciones coherentes (Happé y Frith, 2006).
Los trastornos o dificultades en uno o más sentidos a nivel sensorial o de integración perceptiva (táctil, auditivo, visual, gustativo, olfatorio, propioceptivo y vestibular) pueden afectar negativamente al desarrollo y a las capacidades a nivel comportamental, emocional, motor y cognitivo del niño (Kandel et al., 2000; Sheperd, 1994).
Estudios longitudinales (DeGagni, G.A. et al., 1993, 2000) señalan que con elevada frecuencia (95%), los niños que presentan síntomas moderados de trastornos de la regulación durante su primer año de vida son posteriormente diagnosticados a los 3 años de retrasos a nivel motriz, del lenguaje, del desarrollo cognitivo o trastornos relacionales. Además, los niños con dificultades en la regulación del funcionamiento sensoriomotor pueden desarrollar dificultades emocionales durante la etapa escolar (Fish & Dixon, 1978; Walker & Emory, 1983).
Los trastornos de la modulación sensorial (Sensory Modulation Disfunction – SMD) pueden presentarse con dos principales patrones comportamentales, con aspectos emocionales y atencionales asociados al fenotipo (Miller et al., 2001).
- Búsqueda de sensaciones: el niño busca una estimulación más intensa o de mayor duración. Se caracteriza por respuestas emocionales relacionadas con falta de preocupación por los demás, incapacidad de regulacion de la intensidad o duración de las interacciones y alta activación comportamental.
- Evitación sensorial: el niño presenta respuestas de lucha/huida (fight or flight) del sistema nervioso simpático ante estimulos sensoriales no-nocivos o peligrosos (Parham & Mailloux, 1996; Hanft et al., 2000). Se caracteriza por respuestas emocionales explosivas, agresivas y hostiles o, ante la sobreestimulacion, comportamientos ansiosos o de aislamiento.
A nivel atencional, en los trastornos de la modulación sensorial se han descrito también patrones de atención desadaptados (Mulligan, 1996). En el caso de la búsqueda de sensaciones, el patrón atencional se caracteriza por inatención, pobre control de impulsos e hiperactividad. En el caso de la evitación sensorial, la atención se caracteriza por ser principalmente hiperfocalizada.
Alguna de estos estilos atencionales se solapan con comportamientos descritos en el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad – TDAH (Mangeot et al., 2001), mientras otros con tipologías de respuesta sensorial característicos de los Trastornos del Espectro del Autismo – TEA.
La investigación de Mangeot et al. (2001) señala la existencia de un elevado grado de variabilidad en el nivel de procesamiento sensorial en niños con TDAH, sugiriendo la posibilidad de que, a pesar de que algunos niños con TDAH pueden tener reacciones fisiológicas y comportamentales normales ante la estimulación sensorial, otros pueden ser híper-reactivos e híper-responsivos ante la misma (Tabla 1).
Por otro lado, distintas investigaciones señalan que los niños y adolescentes con trastorno del espectro autista responden de forma diferente a los niños con desarrollo típico ante las experiencias sensoriales (Ermer & Dunn, 1998; Kientz & Dunn, 1997; Watling, Deiotz & White, 1997). Además, la aparición de una alteración en el procesamiento sensorial a menudo precede al diagnóstico de autismo (Adrien et al., 1993; Baranek, 1999; Dahlgren & Gillberg, 1989; Lord, 1995).
Criterios DC:0-3 para el Trastorno de la Regulación del Procesamiento Sensorial (Regulation Disorders os Sensory Processing)
Según la clasificación diagnóstica DC: 0-3 (2005), en los primeros años de vida del niño se considera la existencia de un trastorno de la regulación del procesamiento sensorial (cod. 400, Regulation disorders of sensory processing) cuando se presenta una dificultad en la regulación emocional y comportamental, así como de las habilidades motrices, en respuesta a la estimulación sensorial. Dichos comportamientos ocurren en distintas relaciones y contextos e implican una limitación en el desarrollo y el funcionamiento del niño.
Se han clasificado distintos tipos de desregulación en función del umbral de sensorialidad (alto o bajo) y el estilo de respuesta de auto-regulación (activa o pasiva) del niño ante la estimulación.
- Tipo 1 o Hipersensitivo (cod 410, DC: 0-3, 2005): Niños con bajo umbral sensorial. En función de las estrategias de autorregulación se distinguen dos subtipos:
- a. Miedoso/cauteloso: hiper-reactividad a los estímulos sensoriales, parecen asustados ante movimientos, sonidos o estímulos visuales cercanos. Los patrones motores se caracterizan por un juego sensoriomotor limitado y un nivel de exploración inferior al esperable para la edad. Los patrones comportamentales se relacionan con elevada cautela, inhibición y temores.
- b. Negativo/desafiante: hiper-reactividad a los estímulos sensoriales, aunque los patrones motores se relacionan con la evitación de comportamientos o mayor lentitud cuando tienen que involucrarse en nuevas experiencias. Los patrones conductuales incluyen comportamiento negativista y controlador, desafío y respuestas agresivas (únicamente cuando son provocados).
- Tipo 2 o Hiposensitivo (cod 420, DC: 0-3, 2005): Niños con un elevado umbral de sensorialidad. La reactividad sensorial es baja tanto para el sonido, como para el movimiento, olores, sabores, tacto y/o propiocepción. Los patrones motrices incluyen exploración limitada y un repertorio de juego restringido, letargia, escasa búsqueda de estimulación sensorial. A nivel comportamental, se observa una falta de interés aparente en la exploración de las propiedades de los objetos, los juegos que suponen retos y en la implicación en interacciones sociales, pueden parecer apáticos, fatigables y/o distraídos.
- Tipo 3, impulsivo o buscador de estimulación (cod 430, DC: 0-3, 2005): Niños con un elevado umbral sensorial, aunque en este caso se utilizan estrategias de autorregulación activas. Los patrones de reactividad sensorial se caracterizan por el deseo del niño de estimulos sensoriales de elevada intensidad. A nivel motor, se observa una elevada necesidad de descarga motriz, impulsividad difusa y/o propensión a los accidentes (sin torpeza). Se trata de niños que buscan contacto con objetos y personas de forma constante, temerarios o insconscientes y con conductas desorganizadas.
Referencias
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