El trastorno dismórfico corporal, también conocido como síndrome dismórfico o dismorfobia, implica pensamientos recurrentes e intrusivos relacionados con la apariencia personal, que se considera insatisfactoria, merecedora de ser escondida o modificada, a través de intervención medica o quirúrgica (APA, 2013; Lingiardi y McWilliams, 2017).

En otras palabras, la persona dismorfofóbica percibe y se preocupa por un defecto físico que puede ser tanto real como imaginario (Bellino et al., 2006). Estas preocupaciones alimentan su malestar y pueden conllevar un tiempo desproporcionando para ocultar, disimular o arreglar el defecto físico, comprobar compulsivamente o realizar preguntas de forma repetida a los demás, buscando asegurarse sobre el propio aspecto físico (Lingiardi y McWilliams, 2017).
Se estima una prevalencia de este trastorno, en la población general, entre el 0,7 y el 2% (Lingiardi y McWilliams, 2017; Bellino et al., 2006; Otto et al., 2001; Castle y Morkell, 2000; Castle y Harrison, 1999; Cotterill, 1996; Phillips, 1996; Faravelli et al., 1997).
A pesar de que preocuparse por el propio aspecto físico es normal y común en la mayoría de culturas y sociedades, en el caso del trastorno dismórfico corporal, esta preocupación es significativamente más intensa y genera una alteración significativa de la vida de la persona (DSM-5, APA, 2013). Actualmente se considera e incluye entre los trastornos obsesivo-compulsivos tanto en el Manual Internacional de los Trastornos Mentales DSM-5 (APA, 2013) como en Manual Diagnostico Psicodinámicoistema PDM-2 (Lingiardi y McWilliams, 2017) y en la Clasificación Internacional de las Enfermedades CIE-11 (OMS, 2018).
Algunos autores han propuesto el uso del término “preocupación dismórfica” en la descripción de la preocupación excesiva por la propia apariencia, para definir la insatisfacción con el aspecto físico, síntoma común en distintos cuadros psicopatológicos (Castle y Harrison, 1999), entre los que se incluyen trastornos mentales orgánicos, trastornos psicóticos, depresión, trastorno obsesivo-compulsivo, fobia social, anorexia nerviosa y en el trastorno de personalidad límite (Castle y Morkell, 2000). Por otro lado, otros autores han propuesto de considerar el síndrome dismórfico como un trastorno comórbido a estos mismos cuadros (Bellino et al., 2006; Gundstad y Phillips, 2003; Castle y Morkell, 2000; Hollander y Aronowitz, 1999; Brawman-Mintzer et al., 1995)
A pesar de que no existe un acuerdo acerca de su etiología, el trastorno dismórfico corporal se considera un trastorno complejo y multifactorial. Los modelos actuales consideran factores como la presencia de mayor sensibilidad estética y percepción del yo como un objeto social, presión social para parecer “perfecto”, así como también factores de predisposición neurobiológica (Lingiardi y McWilliams, 2017).

Habitualmente, las preocupaciones asociadas al trastorno dismórfico corporal se inician en la adolescencia, y parecen afectar de manera similar a hombres y mujeres (Castle y Morkell, 2000). El principal foco de preocupación suele relacionarse con los rasgos faciales, aunque cualquier parte del cuerpo puede verse implicada, y en algunos casos puede producirse insatisfacción con más de un aspecto de la apariencia (Castle y Morkell, 2000; Phillips, 1991).
La detección de este trastorno a menudo resulta compleja, ya que las personas que lo padecen no suelen buscar apoyo psicológico en relación con sus preocupaciones, pudiendo avergonzarse de sí mismos y de sus síntomas (Castle y Morkell, 2000). En algunos casos, la detección del trastorno se produce en entornos de cirugía estética, en tanto muchos pacientes buscan modificar su apariencia con el fin de aliviar el malestar emocional que experimentan (Phillips, 1991).
A nivel afectivo, las personas con trastorno dismórfico corporal experimentan un malestar intenso y pueden desarrollar síntomas depresivos. También pueden presentarse cambios de humor, sentimientos de frustración e irritabilidad (Lingiardi y McWilliams, 2017). También se ha señalado una elevada comorbilidad (estimada entre el 53 y 87%) con trastornos de personalidad (Bellino et al., 2006; Cohen et al., 2000; Phillips y McElroy, 2000; Veale et al., 1996) especialmente del Cluster C (Bellino et al., 2006; Phillips y McElroy, 2000; Cohen et al., 2000; Veale et al., 1996).
De la misma manera que en las personas con trastorno obsesivo compulsivo, las personas con trastorno dismórfico corporal pueden presentar ansiedad intensa y un amplia variedad de preocupaciones somáticas. A nivel relacional, las preocupaciones por el aspecto físico pueden generar deterioros en el funcionamiento social, ocupacional y relacional de la persona y, en casos mas extremos, derivar en aislamiento social.
Referencias
- Bellino, S., Zizza, M., Paradiso, E., Rivarossa, A., Fulcheri, M., & Bogetto, F. (2006). Dysmorphic concern symptoms and personality disorders: a clinical investigation in patients seeking cosmetic surgery. Psychiatry research, 144(1), 73-78.
- Brawman-Mintzer, O., Lydiard, R.B., Phillips, K.A., Morton, A., Czepowicz, V., Emmanuel, N., Villareal, G., Johnson, M., Ballenger, J.C. (1995). Body dysmorphic disorder in patients with anxiety disorders and major depression: a comorbidity study. American Journal of Psychiatry 152, 1665– 1667.
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- Castle, D.J., Morkell, D. (2000). Imagined ugliness: a symptom which can become a disorder. Medical Journal of Australia, 174 (3), 156.
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