Ha llegado el último día del año. Un año que de más está decir qué ha sido diferente y un gran reto para todos. A pesar de todo, como cada cierre de ciclo, nos encontramos haciendo un balance del año que termina y del que está por comenzar.
Una costumbre común en el inicio del nuevo año es hacer resoluciones o propósitos, los mismos suelen ser muy diversos: dejar de fumar, adelgazar, comer más sano, hacer deporte, apuntarme a clases de baile, comenzar ese proyecto personal que llevo tiempo postergando, buscar un nuevo empleo, apuntarme a un curso… y así, un sinfín de cosas nuevas que queremos mejorar en este año que va a comenzar.
Tener un reto o propósito para mejorar nuestras costumbres y rutinas hace que nos motivemos. Por esto, cada vez que reflexionamos acerca de nuestra lista de propósitos estamos llenos de energía y tenemos un subidón de motivación. Estamos dispuestos a dejar viejos hábitos que nos frenan en nuestro desarrollo personal y profesional e instaurar nuevos hábitos que nos lleven a un escalón más alto y nos acerquen a nuestros proyectos personales y profesionales.
De manera habitual, toda esta energía y motivación con la que iniciamos el año va desapareciendo progresivamente, y los propósitos se nos pueden ir acumulando año tras año. ¿Te has encontrado con que tu lista de propósitos de los últimos años siempre es la misma? Cada inicio de ciclo decides que será el definitivo pero, al final, por diversas causas, cierras el ciclo sin haber alcanzado lo que te propusiste.
El logro de objetivos requiere esfuerzo, determinación y constancia. Cambiar un hábito no es sencillo y, por ello, la gran parte de la población no logra cumplir sus propósitos de Año Nuevo. Esto no significa que una vez más vayamos a formar parte de las estadísticas y terminemos el año con el mismo propósito con el que comenzamos, sino que más bien toca reflexionar acerca de cuán comprometidos estamos con nuestro objetivo, visualizar nuestro nuevo hábito, planificarlo y, por supuesto, trabajar en ello.

Algunas pautas para conseguir nuestros propósitos de año nuevo:
- Visualizar. Las emociones positivas nos motivan y nos ayudan a cumplir nuestros objetivos. Al visualizar nuestra meta (por ejemplo, nos imaginamos que hemos cumplido nuestro objetivo) sentimos felicidad y satisfacción, lo que nos puede motivar en el trabajo por alcanzar nuestro propósito.
- Segmenta y ponle fecha. Dividir tu propósito en pequeñas metas y ponerle fecha a las mismas puede hacer que sea más fácil ir cumpliendo cada parte. Por ejemplo, si mi objetivo es crear un plan de negocio para mi empresa, lo puedo desglosar por tareas (estudio de mercado, propuesta de valor, etc..). De esta manera, cada vez que completemos una fase aumentaremos nuestro nivel de motivación para continuar con la siguiente.
- Empieza con un propósito a la vez. Algunas listas de propósitos son muy largas y, no es que eso esté mal, pero si tenemos demasiados frentes abiertos a la vez es más probable qué abandonemos en el camino. Si tu lista de objetivos es muy amplia te debes plantear comenzar por uno o dos, y una vez estén alcanzados comenzar con uno nuevo. Imagina que tienes 10 propósitos a la vez y tienes que dividir todo tu tiempo y tu energía en los mismos: a lo mejor das un paso para conseguir cada 1 de ellos, pero al tiempo de no ver resultados, puedes abandonar. En cambio, si ponemos nuestro tiempo y energía en uno o dos objetivos, daremos cinco pasos en esa dirección, lo que hará que veamos el resultado más cercano, nuestra motivación aumente y las probabilidades de renunciar disminuyan.
- Permítete fallar. Sí, has leído bien, permítete fallar, pero en su justa medida. Es decir, si algún día no cumples con lo pautado, recalcula los días siguientes y retoma lo antes posible. No te frustres por tu fallo y mucho menos tires la toalla. Si alguna vez te ocurre, reconduce y no abandones.
- Constancia. Dejar un mal hábito o construir uno nuevo requiere tiempo y esfuerzo. Por ello, debemos ser constantes y trabajar con nuestro objetivo día a día.
- Recompénsate. El recompensarnos nos motiva a seguir trabajando en nuestro objetivo. Si llevas una semana cumpliendo con tus objetivos felicítate, date un capricho y continúa trabajando en ello. Eso sí, procura que esa recompensa no vaya en contra de tu nuevo hábito. Es decir, si tu objetivo es dejar de fumar y llevas una semana sin hacerlo, regálate un tiempo para ti, ve tu serie favorita, ve a andar a la montaña o haz algo que realmente desees, pero ni se te ocurra recompensarte fumando un cigarrillo el fin de semana.
Ahora nos toca buscar papel y lápiz, escribir nuestros propósitos para el siguiente año y prepararnos para las campanadas.