El miedo es una respuesta emocional inicialmente adaptativa, un impulso a actuar, una condición psicológica-biológica de respuesta que surge cuando nos sentimos en peligro. Esta emoción se encuentra presente a lo largo de toda la vida, aunque se tiende a expresar de forma más frecuente en la infancia y la pre-adolescencia. Esto probablemente se relaciona con el hecho de que los niños y los más jóvenes tienen un menor conocimiento del entorno, menos experiencias y esto puede provocar más situaciones en las que experimentar miedos infantiles.
Distintas investigaciones indican que los miedos infantiles normales tienden a disminuir y cambiar a lo largo de la niñez por factores madurativos, debido al aumento de experiencias vividas o por diferentes demandas del ambiente.De esta manera, el tipo de miedo puede variar según la edad: desde miedos a estímulos físicos o desconocidos (ruidos, oscuridad, animales, etc.) a miedos más sociales y característicos de la adolescencia, periodo en el que aumenta la necesidad de integrarse en situaciones sociales más complejas que implican autoestima y competencias emotivo-relacionales.
¿Cómo saber si un miedo es normal o patológico? En la distinción entre un miedo normal o una fobia se debe valorar la influencia de múltiples factores:
• edad del niño
• naturaleza del objeto temido y circunstancias
• intensidad y proporcionalidad de la reacción que genera en el niño
• frecuencia y duración
• malestar que genera
• grado en que altera el funcionamiento en el entorno familiar, social y escolar.