El sueño es un proceso evolutivo, va cambiando según la edad, especialmente durante el primer año y medio de vida . Es por eso que debemos tener presente que cualquier niño sano equilibrará progresivamente este ritmo circadiano, disminuirán sus despertares nocturnos y será más constante a partir de los 4 – 6 años. Cuando conocemos el desarrollo evolutivo del sueño y comprendemos el mismo como un aspecto más a madurar durante infancia, el proceso de regulación se convierte en un proceso natural y más fácilmente respetado.
De esta manera, si los padres acompañan a los hijos durante la conciliación del sueño y los despertares nocturnos, favorecerán también su autorregulación, acompañándole en la maduración de este ciclo circadiano. Es decir, un niño que se sienta consolado (sin abandonarle durante la noche, a pesar de tener el objetivo de ayudarle a regularse) desarrollará una mayor autonomía en los patrones y conductas del sueño, a partir de una base afectiva segura y que comprende sus necesidades evolutivas sin sobreprotegerle.