El duelo en los niños

El concepto de la muerte está presente en el día a día y nos resulta complicado transmitirlo a los más pequeños. Es importante, a la hora de comunicar un fallecimiento y de afrontar un proceso de duelo, tener en cuenta que cada niño es diferente. Sin embargo, no podemos excluir al niño del proceso de duelo porque tiene derecho a ser informado. En función de su edad, de su madurez y de la situación contextual, nos podemos encontrar con distintas reacciones. Aun así, en general, al comunicar la noticia debemos evitar las siguientes situaciones (Nomen, 2008):

  • Pensar que como son niños “no son capaces de comprender la situación”;
  • Contarles una historia fantasiosa (por ejemplo: el abuelo ahora es un ángel);
  • Omitir y excluirle de la situación. A veces se les mueve del hogar o se crea una situación idílica que acarrea consecuencias.

Para poder evitar estas situaciones, es vital conocer cómo comunicar una noticia así, pues aunque no podremos evitar el dolor o el sufrimiento psicológico, sí podremos evitar un impacto derivado de una mala comprensión. Para facilitar el proceso de duelo, es importante que el menor esté informado en todo momento de lo que acontece. Es recomendable que alguien muy cercano al niño o adolescente transmita esta información y que lo haga en un ambiente tranquilo. El mensaje debe ser breve y claro, es mejor decirle directamente que la persona ha fallecido y no inventar una historia. Cuando lo comuniquemos, aunque adaptemos el discurso a cada edad, tenemos que transmitir tres conceptos claros. Primeramente, el hecho de que la muerte es irreversible, pues a menudo los niños piensan que este estado es reversible. La involuntariedad del fallecimiento (aunque haya sido un suicidio), para que el niño sepa que la persona no le ha abandonado. Y por último, la excepcionalidad, es decir, no nos morimos todos fácilmente (Nomen, 2008). 

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