Estilos educativos y sus efectos en el desarrollo infantojuvenil

Cuando nace un hijo muchos progenitores, sobre todo los primerizos, buscan un manual de “buenas prácticas” para saber cómo desarrollar de la mejor manera la difícil tarea de ser padres. La mala noticia es que este manual no existe. La buena es que sí se puede hacer algo para promover un sano desarrollo psicológico y social en nuestros hijos.

La palabra educar viene del latín “educere” (ex ducere) que significa sacar lo mejor de alguien, encaminar, apoyar el desarrollo de facultades intelectuales y morales. Es decir que conlleva muchos significados diferentes, pero su sentido más importante, en el que se centra esta reflexión, se refiere al fomento de la propia autoestima y del respeto hacia los demás.

Esto conlleva que uno de los principales retos educativos de los padres es dotar a los hijos de conocimientos y habilidades que les permitan ser lo más autónomos posibles, fomentando competencias de relación, convivencia colaboración con los demás.

Para alcanzar estos objetivos es fundamental tener en cuenta nuestras limitaciones como educadores, intentando modificar algunos aspectos personales que sabemos que podrían afectar al desarrollo psicosocial de nuestros hijos. Cabe por tanto preguntarse: ¿Cuál es y cómo influye nuestro estilo educativo en el desarrollo de nuestros hijos?

Vamos entonces a explorar las características de los cuatro principales tipos de estilo educativo: autoritario, permisivo, sobreprotector y democrático (o asertivo).

Estilo autoritario

Los padres con un estilo autoritario centran mucho la educación de los hijos en las normas. En teoría esto estaría bien si no fuera por el hecho de que en este tipo de familias las normas son impuestas por un único líder: el padre o la madre.

Otro problema radica en el hecho de que tales normas se modifican según el criterio del progenitor que las ha creado, sin una estructura fija y consensuada.

Por ejemplo, una madre puede establecer que su hijo adolescente no puede fumar, pero ella lo hace. Otra norma autoritaria puede ser exigir llegar puntuales a la hora de la cena, pero papá siempre llega tarde. En una dinámica de este tipo las obligaciones son impuestas y se vive en un clima de peleas constantes, con pocas situaciones positivas y placenteras.

Actuar de esta forma no ayuda a los hijos a diferenciar entre lo que está bien o mal. Puede generar una baja autoestima ya que no se puede hacer nada para entender o cambiar estas normas. Se tienen que acatar los cambios impuestos sin poder actuar. Vivir bajo este estilo autoritario puede provocar problemas de socialización, fomentando la costumbre a ser pasivos.

Estilo permisivo

Los padres con un estilo permisivo creen que los hijos deben  autorregularse solos en muchos ámbitos: en la comida, en el sueño, en los deberes, etc. Como consecuencia de ello no se establecen normas.

Este estilo se puede resumir en creencias del tipo: “si mi hijo no quiere hacer algo cuando yo se lo pida, lo hará cuando tenga ganas”, “ si mi hijo no quiere hacer los deberes, que no los haga, será él que se lo contará  al profesor”.

Esta manera de relacionarse se aplica en muchos otros ámbitos de la vida de la familia y de los hijos,  por ejemplo: no se siguen horarios fijos, cada uno come a la hora que quiera y no hay refuerzos ni castigos.

De esta manera los padres creen que los niños tienen que responsabilizarse solos, sin la ayuda o el apoyo de los adultos, en relaciones familiares en las que cada miembro sigue su propio criterio, llegando en ocasiones a descuidar al niño y sus necesidades.

estilos educativos

Los padres que adoptan este estilo educativo evitan enfrentarse por ejemplo a una rabieta de su hijo pequeño por miedo, desembocando en escenarios donde el hijo se transforma en un “tirano”, en un pequeño “dictador” que mueve los hilos de la familia.

Creciendo con un estilo permisivo, el hijo se vuelve irresponsable, con dificultad de empatía a la hora de ponerse en el lugar de los demás y de poner en marcha conductas pro sociales. Además, tenderá a experimentar ansiedad, a causa de la falta de límites y modelos de comportamiento para orientarse.
Estilo sobreprotector

Los padres con un estilo educativo sobreprotector se preocupan de manera excesiva por la incolumidad emocional de su hijo.

Como consecuencia, intentan evitar al hijo todas las posibles frustraciones, ante el temor de que pueda sufrir de una forma irreparable el resto de su vida.

Los padres sobreprotectores a menudo demuestran cariño y amor a su hijo de forma indiscriminada, reforzando su actitud de evitar las dificultades. Se sienten culpables de no conseguir eliminar todas las posibles causas de malestar de la vida del hijo y tienen miedo a que el hijo sea independiente, generando en ellos inseguridad y escasa iniciativa.

estilos educativos

Este estilo se puede resumir en creencias del tipo: “mi hijo nunca debe experimentar ningún tipo de frustración”, “cada dificultad es traumática para mi hijo”, “tengo que evitar a toda costa que mi hijo sufra”.

Actuar de esta manera constituye un problema, ya que se impide al hijo aprender a tolerar frustraciones y enfrentarse a las dificultades. Se corre el riesgo de que crezca con un nivel muy bajo de tolerancia a la frustración y que se estrese ante los más mínimos problemas, provocando en ellos una falta de reacción diferente a las opciones contempladas en el entorno familiar.

Estilo democrático

En una familia que aplica un estilo educativo democrático existen normas, pero estas normas no son estrictas, son claras.

Esto significa que se van ajustando a las necesidades de los niños y se puede consensuar con flexibilidad, teniendo en cuenta la opinión de todos para tomar decisiones.

No existe un verdadero líder sino esta función puede pasar de un miembro a otro según lo consensuado.

Este estilo se puede poner en marcha también con niños muy pequeños y esto no significa que sean ellos los que “manden” en casa. Significa sencillamente pedir la opinión de los miembros de la familia sobre hechos pequeños, como por ejemplo, qué hacer el fin de semana, si salir en bicicleta o a andar, qué día salir fuera a comer, etc. De esta manera todos los miembros de la familia pueden elegir, incluso los más pequeños.

Tener la posibilidad de elegir y tomar decisiones consensuadas en familia es muy importante para un sano desarrollo psicosocial: se aprende a ser asertivos, a expresar lo que uno piensa respetando a uno mismo y a los demás.

estilos educativos

Los padres pueden favorecer el desarrollo de la asertividad  ya desde edades tempranas (2-3 años), preguntando a su hijo, por ejemplo, qué camiseta desea ponerse, en qué silla quiere sentarse para cenar o en qué parque prefiere jugar.

Un estilo democrático (o asertivo) es un estilo abierto al diálogo y a la comunicación, ayuda a desarrollar seguridad en uno mismo, a ser conscientes de que se tienen en cuenta los deseos y sentimientos de uno mismo. Por tanto se subraya la necesidad de tener siempre en consideración tanto el propio punto de vista como el de los demás desde el respeto mutuo, sin ser intrusivos u hostiles.

Referencias

Di Pietro, Mario: “L’ABC delle mie emozioni”, Trento, Erickson
Di Pietro, Mario: “L’educazione razionale-emotiva”, Trento, Erickson
Ellis, A. “Manual de terapia racional emotiva”, Editorial Desclee

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