Los distintos tipos de depresión pueden relacionarse tanto con una causa objetiva y observable (luto, separación, adaptación a un cambio, enfermedad, dolor físico, etc.) como con aspectos internos a la persona, más relacionados con su forma de percibir y experimentar distintas circunstancias.
Cada persona percibe e interpreta sus experiencias desde un punto de vista único y personal, influido por su personalidad y por su nivel de competencia emocional y de elaboración de la información.
Además, tanto experiencia previa como el momento vital en el que se encuentre la persona tendrán una gran influencia en que, lo que en un momento puede parecernos menos relevante, en otro se convierte en un problema aparentemente irresoluble.
Por este motivo, que un hecho o situación concreto pueda o deba generar malestar en una persona es un aspecto difícilmente valorable de manera objetiva y estática, en tanto que cada persona experimenta, interpreta y, en consecuencia, se ve afectado por los acontecimientos, de una manera distinta y dinámica.

Lo que transmite el entorno
En situaciones en las que nos encontramos más indefensos y desorientados, podemos optar tanto por buscar el apoyo en los que nos rodean como por aislarnos, intentando evitar preocupaciones o malestar en los demás.
También a la hora de buscar apoyo y ayuda, la elección vendrá determinada tanto por nuestras características de personalidad, como por nuestros mecanismos de afrontamiento, experiencias previas y por el tipo de relaciones con el entorno más cercano.
De manera habitual, y en muchas ocasiones como parte de la propia sintomatología, la persona que padece síntomas depresivos se siente incomprendida, alejada del entorno y preocupada por la impresión que puede llegar a generar en los demás.
“Todo el mundo me dice que no piense en ello y siga adelante”, “lo que me pasa es una tontería” o “soy menos capaz que los demás” son pensamientos que de forma habitual pueden aparecer en personas con un estado de ánimo bajo. Este tipo de pensamientos tendrán un peso relevante a la hora de solicitar ayuda y compartir las propias emociones y preocupaciones.
Algunas claves para afrontarlo
- No ocultes tu malestar, no te lo guardes para ti, exprésalo y compártelo.
- Acepta tus propias emociones tanto negativas como positivas y busca lo que las genera.
- Evita culparte por tu propio estado de ánimo.
- Asume un papel activo para cambiar la situación.
- Busca ayuda, ya sea en el entorno cercano como en profesionales cualificados (psicólogos, psiquiatras) que puedan proporcionarnos una guía y apoyo en el afrontamiento de la situación actual.