Ayuda y autonomía con los deberes

En muchas ocasiones los padres pecamos de hacer demasiadas cosas por nuestros hijos, para que estos no se cansen en exceso, hasta el punto de querer estudiar por ellos e incluso hacerles los deberes. Sobre dónde está el límite de nuestra responsabilidad como padres, y cuándo los hijos deben aprender a ser autónomos, responde Valentina Piermattei, psicóloga de Psise.

¿Debemos ayudar a nuestros hijos en la realización de sus deberes escolares?

Todos los padres lo hacemos, pero ¿es siempre  bueno hacerlo? Parece que no. Según una investigación de la Universidad de Finlandia ayudar demasiado a nuestros hijos con sus deberes perjudica la salud mental. De lo contrario, hacer que sean más autónomos favorece el adecuado desarrollo psicológico. Entre los 3 y los 7 años de edad el niño empieza a adaptarse a la realidad física y social que le rodea  y este es el momento más adecuado para darle algunas responsabilidades, para favorecer el paso a una condición de autonomía “controlada”. La muestra de niños que formaron parte de esta investigación, cursaban entre segundo y cuarto de primaria. Quedó comprobado que más oportunidades tenían los niños de trabajar solos, más persistían en alcanzar el resultado final.

¿Qué mensajes trasladamos a nuestros hijos si les animamos a trabajar solos?

Si los padres dan la oportunidad a sus hijos de trabajar solos, ellos recibirán un mensaje de confianza en sus capacidades. Hoy en día muchos padres actúan de forma muy protectora: a menudo se adelantan a las necesidades de los hijos, prestan ayuda para evitar frustración en los niños y para ayudarlos a conseguir buenos resultados con poco esfuerzo. Esta conducta de los padres genera hijos inseguros, que delegan sus responsabilidades a los padres y les genera ansiedad. Los hijos esperan que los padres pongan a disposición sus competencias y sus conocimientos, sin que tengan que esforzarse solos por conseguir buenos resultados.

¿Cómo favorecer la autonomía en los estudios?

En lugar de tener una conducta de “guardaespaldas”, los padres tendrían que  favorecer la autonomía, el valor de los errores, la importancia de equivocarse. El momento de los deberes está constantemente vigilado y acompañado sobre todo en los casos de falta de motivación y de “pereza” por parte de los hijos. En estos casos es importante favorecer la autonomía, apoyando a la hora de recalcar los tiempos de estudio, pero dejando los hijos solos a la hora de desarrollar los deberes. 

En otras palabras, los hijos puede que necesiten una guía para quedarse concentrados durante un tiempo a lo largo de la tarde, pero es aconsejable sustituirse a ellos lo menos posible. Por ejemplo, un padre puede decidir que el hijo haga dos sesiones de estudio de 20 minutos cada una. Su papel será el de controlar el tiempo, es decir que tendrá que comportarse como un “entrenador al borde de la pista”, como dice Alberto Pellai, psicoterapeuta infantojuvenil en Milán. Es importante ayudar a los hijos a desarrollar otras conductas más adaptativas a la hora de necesitar ayuda, como por ejemplo pedir más explicaciones en clase o aceptar los errores que puedan cometer aprendiendo de ellos, sin sentirse fracasados por haberse equivocado.

¿Cuáles son los riesgos de la sobreprotección?

Unos padres demasiado presentes, no favorecen el desarrollo de los tiempos de concentración y atención de los hijos. ¿Qué hacemos entonces si los hijos nos piden ayuda? ¿tenemos que negársela? Frente a esta situación, los padres tendrían que averiguar qué tipo de ayuda necesitan los hijos. Si quieren entender mejor algo que no han comprendido, entonces sí que será necesario apoyar. Sin embargo es aconsejable evitar corregir los ejercicios o los contenidos en general: mejor que solucionen las dudas en clase. 


Qué se desarrolla cuando se hacen los  deberes de manera autónoma:
  • El sentido del deber. Los deberes ayudan a comprender el cansancio, el sentido de sacrificio y la importancia del trabajo.
  • La organización práctica y mental. El estudiante tiene que aprender a estructurar sus primeros proyectos organizativos, aprendiendo a la vez a gestionar su tiempo y a sentirse responsable del material escolar.
  • Conocimiento de uno mismo. A través de los deberes los hijos aprenden a reaccionar a posibles frustraciones, a desarrollar la autoestima y autoeficacia.
  • Comprender los propios puntos fuertes y débiles. Haciendo los deberes de forma autónoma los hijos aprenden a distinguir entre las asignaturas que les parecen más fáciles y más  cercana  a sus intereses de aquellas que les parecerán más complejas. En base a estos aspectos, los jóvenes desarrollarán sus intereses futuros.
Referencias:
  • Fabio, R. A. (2003). Genitori positivi, figli forti. Come trasformare l’amore. Edizioni Erickson, Trento, Italia.
  • Pitamic, M. (2006). Enséñame a hacerlo sin tu ayuda. Gaia Ediciones.
  • Viljaranta, J., Silinskas, G., Lerkkanen, M. K., Hirvonen, R., Pakarinen, E., Poikkeus, A. M., & Nurmi, J. E. (2018). Maternal homework assistance and children’s task-persistent behavior in elementary school. Learning and Instruction, 56, 54-63.

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