Síndrome de Alienación Parental

Desde el punto de vista clínico, el Síndrome de Alienación Parental (SAP) no se encuentra incluido en las clasificaciones diagnósticas actuales. Según los criterios de la APA (DSM-5, 2013), el síndrome de alienación parental únicamente se podría considerar dentro de la categoría adicional no clínica “Otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica” (código V61.29 – Niño afectado por una relación parental conflictiva). Por cuanto atañe a la clasificación diagnóstica de la OMS (ICD11, 2018) este tipo de síndrome también se puede localizar en la categoría “Otros factores que pueden influir en la salud de la persona”, en el grupo de dificultades en las relaciones (código QE52.0 – Problema en las relaciones padre-hijo).

El fenómeno conocido como Síndrome de Alienación Parental (SAP) fue inicialmente descrito a finales de la década de los años 70 como “alianza hostil” entre uno de los progenitores y el hijo, en contraposición al otro progenitor (Wallerstein & Kelly, 1976, 1980). Esta “alianza hostil” desembocaba en situaciones de rechazo hacia uno de los padres por parte del niño, generalmente acompañado por una fuerte resistencia al contacto y a las visitas. Según esta primera descripción, se consideró la existencia de una alineación o alianza patológica entre un progenitor herido o enfadado y el hijo, que se activaba durante la dinámica de la separación, influyendo en la reacción del hijo al divorcio.

Posteriormente, Gardner (1987, 1992) acuñó la etiqueta de Síndrome de Alienación Parental (SAP) para describir un conjunto de síntomas que podían aparecer en el niño en el contexto de las disputas de custodia. El síndrome se describió caracterizado por una campaña de desprestigio por parte de uno de los progenitores hacia el otro progenitor, sin una justificación objetiva. Según esta definición, el proceso puede surgir como consecuencia de la combinación de dos factores:

  1. la manipulación por parte de uno de los progenitores,
  2. la propia contribución del niño en el desprestigio del objetivo.

Dentro de las criticas al síndrome, principalmente se ha señalado que se ha utilizado para incluir todos los comportamientos negativos y alienantes de los progenitores en conflicto, restando importancia a la reacción del niño ante las mismas (Darnell, 1988), además de enfocar exclusivamente al padre alienador como agente causante de la reacción del niño.

Sin embargo, la relevancia otorgada al papel parental, no se encuentra apoyada por la investigación científica, que señala que en los divorcios conflictivos muchos padres presentan comportamientos de tipo manipulador, pero únicamente una pequeña parte de los niños presentan síntomas de alienación (Johnston, 1993).

En otros casos, los niños pueden desarrollar una animosidad injustificada, creencias negativas y temores acerca de uno de los progenitores en ausencia de comportamientos alienadores por parte del otro progenitor (Johnston, 1993). Es decir que, según este punto de vista, la presencia de comportamientos de tipo manipulador por parte de uno de los progenitores es un factor de riesgo, aunque no una condición suficiente, para que el hijo llegue a desarrollar rechazo o actitudes negativas hacia el otro.


Síntomas e indicadores

Se considera que un niño o adolescente presenta síntomas de alienación cuando expresa, de manera libre y persistente, sentimientos y creencias negativas no justificadas hacia uno de los progenitores. Estas actitudes se presentan de manera significativamente desproporcionada según la experiencia del niño con el progenitor y se producen generalmente como resultado de la influencia manipuladora del otro progenitor.

Síndrome de Alienación Parental (SAP)

En primer lugar, resulta esencial diferenciar el rechazo injustificado de las situaciones en que pueda observarse mayor resistencia hacia uno de los progenitores después de la separación, más asociada a motivaciones personales más objetivas o por razones evolutivamente esperables.

En las situaciones de divorcio, los hijos pueden resistirse al contacto con uno de los progenitores por múltiples razones, entre las que se incluyen las resistencias relacionadas con el momento evolutivo (como la ansiedad de separación en la infancia temprana), resistencias asociadas a la relación entre los padre y el conflicto del divorcio (miedo o incapacidad de afrontar la transición o los cambios), resistencia relacionada con el estilo parental (rigidez, irascibilidad, insensibilidad, etc.), preocupación por dejar al progenitor percibido como emocionalmente más frágil, o reacciones ante nuevas parejas de los progenitores (Johnston, 1993; Johnston y Roseby, 1997; Wallerstein y Kelly, 1980).


Relaciones familiares post-separación: alianza vs. alienación

Las relaciones de los hijos con cada uno de los progenitores tras la separación pueden ser conceptualizadas a lo largo de un continuo, desde las mas positivas o más negativas, siendo el extremo más negativo la alienación (Kelly y Johnston, 2001).

En el extremo más adaptado se encuentran la mayoría de hijos de padres separados, que mantienen relaciones positivas, valoran y desean pasar tiempo con ambos progenitores.

También en el extremo positivo, se puede dar la situación de hijos que tienen mayor afinidad con uno de los progenitores, aunque desean la continuidad y el contacto con ambos. Estas preferencias pueden estar asociadas con razones de género, temperamento, edad, intereses, etc. que motivan que los niños se sientan más cercanos a uno de los progenitores. Por lo general, se trata de afinidades que pueden variar a lo largo del tiempo, dependiendo de las necesidades evolutivas y situaciones concretas.

Síndrome de Alienación Parental (SAP)

En el otro extremo se encuentran los hijos que han desarrollado una alianza clara con uno de los padres. Se trata de hijos que demuestran o expresan una preferencia consistente por uno de los padres incluso de manera previa a la separación de la familia, y a menudo desean un contacto más limitado con el otro progenitor tras la separación. A diferencia de los casos en que se pueda considerar la alienación, estos niños no llegan a rechazar de manera completa al progenitor ni buscan terminar la relación con él. A menudo, expresan cierta ambivalencia hacia el progenitor menos cercano, pudiendo aparecer cierta ambivalencia emocional y resistencia al contacto.

Estas alianzas pueden estar relacionadas con conflictos maritales intensos, y relaciones de pareja menos sanas, en las que le niño se ha podido ver empujado a tomar partido o transmitir mensajes hostiles entre los padres, y que pueden verse intensificadas en la separación posterior. Por lo general, las alianzas tienden a presentarse en etapas más avanzadas del desarrollo (infancia tardía – preadolescencia) en respuesta a las dinámicas de separación, en situaciones en que se ve implicada la valoración y juicio moral acerca de qué padre causó el divorcio, quién es el más dañado y vulnerable o quién necesita o merece el apoyo de los hijos. Las alianzas y expresiones de daño moral asociadas pueden modificarse cuando el niño tiene la oportunidad de procesar la separación de manera adecuada, ya sea mediante sus propios recursos como mediante el apoyo del entorno familiar o con la ayuda de un profesional cualificado, o cuando el nivel de conflicto se ve reducido.

Dentro del extremo negativo, cabe tomar en consideración los casos en que los hijos se encuentran alejados de uno de los progenitores como consecuencia de una historia de violencia, abuso o negligencia. Este tipo de situaciones deben ser tomadas en consideración de manera distinta a los casos de alienación, en tanto se han alejado de uno de los progenitores como resultado de una experiencia negativa real (y no relacionada con la manipulación), por lo que no puede considerarse el rechazo injustificado como elemento que limita la relación.


Comportamientos de manipulación hacia los hijos

Los padres que animan el rechazo por parte de sus hijos hacia el otro progenitor a menudo pueden haber experimentado la decisión de separarse o divorciarse como una profunda herida narcisista, con sentimientos de abandono, que tienen como consecuencia sentimientos de ira y humillación intensos. Todo este malestar emocional puede generar reacciones de venganza, victimización y pérdida de límites en la relación con los hijos, y transmitirse a los hijos mediante expresiones del tipo “Tu madre nunca quiso tenerte” o “Si tu padre nos quisiera, no nos abandonaría así”.

Dentro de los comportamientos parentales que pueden contribuir a la alienación del hijo (Clawar & Rivlin, 1991; Gardner, 1987; Wallerstein & Kelly, 1980) podemos encontrarnos tanto con conductas y aspectos observables como también encubiertos:

  • Expresión abierta, irascible y repetida de aspectos negativos del otro progenitor (“nunca te quiso”) que tienen como consecuencia la erosión de la confianza del hijo en el afecto del otro progenitor y la creación de confusión en el niño.
  • Evaluaciones indirectas, encubiertas o inconscientes (“va a llegar tarde como siempre”) que pueden generar suspicacia acerca del interés o capacidad del otro progenitor.
Síndrome de Alienación Parental (SAP)

La investigación y observación clínica señalan que pueden existir aspectos patológicos significativos o rasgos de personalidad en el progenitor que faciliten la aparición de situaciones o comportamientos normalmente asociados con la alienación, entre los que se pueden incluir dificultades de diferenciación y límites con el hijo, ansiedad de separación severa, dificultades en el contacto con la realidad e identificación proyectiva hacia el niño (Dunne & Hedrick, 1994; Johnston, 1993; Johnston y Roseby, 1997; Lampel, 1996). En muchas situaciones, estos comportamientos reflejan creencias del progenitor que no siempre son conscientemente dirigidas a dañar al otro, aunque siguen siendo muy perjudiciales para la relación del hijo con el otro progenitor. Como consecuencia de los aspectos psicológicos propios, se pueden fomentar desconfianza o miedo hacia la expareja.


Factores de protección

Las respuestas de los niños a los procesos de alienación y a los comportamientos de los progenitores durante el proceso de separación se ven influidas por sus propias fortalezas y debilidades a nivel emocional, temperamental y cognitivo. Además, también se verán determinadas por el momento evolutivo en que se encuentren los hijos, las experiencias previas y por las posibilidades que les ofrezca el entorno.

Para que llegue a producirse el proceso de alienación tal y como se define en la categorización del síndrome, se requiere que el niño posea un determinado nivel de madurez emocional y cognitiva. Dado que las expresiones de daño moral y juicios son comunes en los llamados niños alienados, el joven debe haber alcanzado un estadio evolutivo en que estas valoraciones morales sean posibles. Por este motivo, no es habitual ver casos de niños cuya alineación con el progenitor se haya producido antes de los 7 u 8 años de edad, ya que los niños más pequeños a menudo tienden a prestar menor atención, olvidar o tener mayor dificultad para comprender lo escuchado, dejan pasar su ira o tienen mayor inconsistencia en las representaciones.


¿Cuáles son los factores de riesgo?

Entre los posibles factores de riesgo de desarrollar síntomas de alienación o rechazo hacia alguno de los progenitores se han destacado los casos en que existen dificultades de apego o ansiedad intensa de separación (Johnston et al., 2001; Sullivan y Kelly, 2001). También existe mayor riesgo en adolescentes con menores competencias de regulación emocional o con dificultades de adaptación (Johnston, 1993; Lampel, 1996; Wallerstein y Kelly, 1980).

Los niños y adolescentes más ansiosos, temerosos o pasivos generalmente poseen menos recursos para manejar el conflicto y las presiones asociadas a la custodia, así como también para defenderse de los intentos de manipulación por parte de un progenitor, por lo que en algunas ocasiones pueden optar por elegir un bando concreto y evitar la ansiedad asociada al conflicto.

Además, los niños con dificultades (ya sean emocionales, académicas o comportamentales) tienen mayores probabilidades de sentirse responsables de la separación. De la misma manera, en hijos más inmaduros o con limitaciones cognitivas, pensamiento más concreto (del tipo blanco-negro) y menores competencias analíticas o de resolución de problemas.


Referencias

  • Clawar, S.S. y Rivlin, B.V. (1991). Children held hostage: Dealing with programmed and brainwashed children. Chicago: American Bar Association.
  • Darnell, D. (1988). Divorce Casualties: Protecting your children from Parental Alienation. New York: Taylor Publishing.
  • Dunne, J. y Hendrick, M. (1994). The Parental Alienation Syndrome: An analysis of sixteen selected cases. Journal of Divorce and Remarriage, 21, 21-38.
  • Gardner, R.A. (1992). The Parental Alienation Syndrome. Creskill, NJ: Creative Therapeutics.
  • Gardner, R.A. (1987). Parental Alienation Syndrome and the differentiation between fabricated and genuine sex abuse allegations. Creskill, NJ: Creative Therapeutics.
  • Johnston, J.R. (2003). Parental alignments and rejection: An empirical study of alienation in children of divorce. Journal of the American Academy of Psychiatry and Law, 31; 158-170.
  • Johnston, J.R. (1993). Children of divorce who refuse visitation. En C. Dender y J.H. Bray (eds.). Non-residential parenting: New vistas in family living (pp. 109-135). Newbury Park, CA: Sage.
  • Johnston, J.R. y Roseby, V. (1997). In the name of the child: A developmental approach to understanding and helping children of high-conflict and violent families (pp.193-220). NY: Free Press.
  • Johnston, J.R., Walters, M.G. & Friedlander, S. (2001). Therapeutic work with alienated children and their families. Family Court Review, 39 (3), 316-333.
  • Kelly, J. B., & Johnston, J. R. (2001). The alienated child: A reformulation of parental alienation syndrome. Family Court Review39(3), 249-266.
  • Lampel, A.K. (1996). Children’s alignments with parents in highly conflicted custody and access evaluations. Family and Conciliation Courts Review, 34, 229-239.
  • Sullivan, M.J. y Kelly, J.B. (2001). Legal and Psychological management of cases with an alienated child. Family Court Review, 39 (3), 299-315.
  • Wallerstein, J.S. y Kelly, J.B. (1980). Surviving the breakup: How children and parents cope with divorce. New York: Basic Books.
  • Wallerstein, J.S. y Kelly, J.B. (1976). The effects of parental divorce: Experiences of the child in later latency. American Journal Of Orthopsychiatry, 46 (2), 256-269.

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