Sonambulismo y terrores nocturnos

El sonambulismo y los terrores nocturnos son trastornos del sueño que se manifiestan durante la fase No-REM o de sueño profundo. Se clasifican entre los trastornos denominados parasomnias, que consisten en experiencias físicas o sensoriales desagradables durante el sueño (Provini et al, 2011; Thorpy, 2012; AASM, 2014). Con frecuencia, generan preocupación y ansiedad tanto en la persona que las experimenta como en su entorno familiar, especialmente en el caso de los niños.

En general, las parasomnias constituyen un grupo heterogéneo de dificultades del sueño que no necesariamente suponen una alteración de los procesos fisiológicos del ciclo sueño-vigilia, caracterizados por la aparición de fenómenos físicos indeseables durante el sueño. A pesar de que se pueden presentar en distintas fases del sueño, todas las parasomnias tienen en común un periodo de activación parcial, relacionado con cambios del Sistema Nervioso Autónomo (SNA) y en la actividad del sistema musculoesquelético, antes, durante o después del episodio (Sánchez-Planell y Loran, 2006)

Según las clasificaciones diagnósticas actuales (DSM-5, APA, 2013), los trastornos del sueño se dividen en  disomnias (insomnio, hipersomnia, narcolepsia, trastornos del ritmo circadiano sueño-vigilia), trastornos del sueño relacionados con la respiración (apnea, hipoventilación) y parasomnias.

Estas últimas (las parasomnias) se pueden dividir en:

  • Trastornos del despertar del sueño No-REM (sonambulismo y terrores nocturnos).
  • Trastorno de pesadillas.
  • Trastorno del comportamiento del sueño REM.
  • Síndrome de piernas inquietas.

Trastornos del despertar del sueño no REM 

Bajo la nueva categoría “trastornos del despertar del sueño NREM” (DSM-5, APA, 2013), se consideran dos subtipos de presentación: los terrores nocturnos y el sonambulismo, que en versiones anteriores de la clasificación DSM, se categorizaban como categorías independientes dentro de los trastornos del sueño.

Los criterios diagnósticos para el actual Trastorno del despertar del sueño no REM (DSM-5, APA 2013) definen el trastorno según la presencia de episodios recurrentes de despertar incompleto, generalmente durante el primer tercio del periodo principal del sueño y que pueden ir acompañados de características relacionadas con el sonambulismo, los terrores nocturnos o ambos. También se especifica que no existe recuerdo de sueños concretos ni de los episodios.

Ya en los años ’80 el sonambulismo y los terrores nocturnos habían sido definidos por algunos autores  como trastornos dentro de un mismo continuo patofisiológico (Kales et al., 1987), en tanto comparten algunas características a nivel clínico y fisiológico, entre las que se pueden destacar:

  • Los episodios ocurren en la primera parte de la noche.
  • Confusión al despertar, con amnesia o recuerdo limitado del episodio.
  • Elevado riesgo de lesión física.
  • Antecedentes familiares de sonambulismo o terrores nocturnos.
  • Inicio habitual en la infancia o adolescencia temprana.
  • Remisión frecuente en la adolescencia tardía.
  • Habitualmente asociados a otros trastornos psicopatológicos cuando el inicio es en la etapa adulta.

Tradicionalmente, el sonambulismo se ha considerado una alteración del sueño con efectos fisiológicos menos intensos y, por ello, la manifestación más moderada del continuo. Por otro lado, los terrores nocturnos, relacionados con terror intenso, confusión y cambios autonómicos profundos, se consideran la manifestación más extrema (Kales et al., 1987).

Algunas investigaciones han indicado una posible asociación entre otras parasomnias (síndrome de piernas inquietas) y trastornos de la respiración, como posibles factores relacionados con la activación durante el sueño y la aparición tanto de los terrores nocturnos como del sonambulismo (Guilleminault et al., 2003).

Tomando en consideración la alteración del nivel de activación durante el sueño, otros posibles factores relacionados con su aparición, son la presencia de ansiedad, preocupacionestemores, que puedan afectar al descanso y relajación de la persona, especialmente en los momentos de transición entre las distintas fases del sueño.

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Terrores nocturnos

Los terrores nocturnos son una parasomnia que aparece en durante la fase de sueño lento NREM o sueño profundo, por lo que suelen aparecer en la primera mitad de la noche. En general, se trata de una alteración en la transición entre las fases II y IV del sueño profundo y una fase más ligera (Guilleminault et al., 2003).

Consiste en un estado de inquietud-agitación, con gran actividad a nivel vegetativo y pánico, que genera un despertar brusco, acompañado de gritos de ayuda e importante activación autonómica (agitación, taquicardia, sudoración, en algunas ocasiones piloerección y midriasis).

La persona puede saltar de la cama como si tuviera que huir de algún peligro o permanecer inconsolable a pesar del apoyo externo, la expresión facial es de miedo o pavor (Broughton, 2000; Guilleminault et al, 2006). El episodio suele durar unos pocos minutos y, si la persona despierta justo después de la crisis, no suele recordar lo ocurrido, aunque sí experimentar una vaga sensación de tener que escapar y de miedo (Sánchez-Planell y Loran, 2006; Guilleminault et al., 2003)

Los terrores nocturnos presentan mayor incidencia en niños entre los 4-5 y los 12 años. Se estima una prevalencia de entre un 1-5% en niños en edad escolar y en menos del 1% en adultos (APA, 2000).

Habitualmente, cuando los terrores nocturnos son de aparición en la infancia, tienden a desaparecer durante la etapa adolescente. Sin embargo, en los casos de aparición más tardía, presentan mayor tendencia a la cronicidad, así como también una probable asociación y comorbilidad con dificultades de tipo ansioso y de la personalidad (Kales y cols., 1980b).

De forma frecuente se tienden a confundir a los terrores nocturnos con las pesadillas, sin embargo, existen diferencias importantes entre ambas experiencias, como son la fase de sueño en la que ocurren y la memoria del episodio.

Las pesadillas, consideradas como entidad independiente dentro de las clasificaciones actuales (DSM-5, APA 2013) ocurren durante el sueño REM, que se produce durante la segunda mitad de la noche, y generalmente la persona que ha experimentado una pesadilla es capaz de recordar de forma más o menos clara el episodio (Kales et al., 1987; Simonds & Parraga, 1982).


Sonambulismo

El sonambulismo es una parasomnia que aparece en la fase delta del sueño NREM, con una prevalencia variable a lo largo del ciclo de vida. Se manifiesta en forma de episodios que aparecen durante el primer tercio de la noche, con una duración que puede oscilar desde algunos segundos hasta alrededor de 30 minutos (Zadra et al., 2013), en los que la persona realiza conductas de tipo automático.

Actualmente, distintas investigaciones señalan una prevalencia de alrededor del 3% en niños de entre 2 y 4 años (Petit et al., 2007), aumentando hasta su máxima prevalencia entre los 7-8 años (11-13%) y la adolescencia temprana (Petit et al., 2010). Generalmente, la frecuencia de episodios tiende a disminuir a lo largo de la adolescencia (Laberge et al., 2000; Klakenberg, 1982), hasta alcanzar un 2-4% en la etapa adulta (Ohayon et al., 2012, 1999; Hublin et al., 1997) .

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Durante el episodio, la persona generalmente presenta una expresión neutra, se comporta de manera indiferente o poco reactiva al contexto y sus movimientos pueden parecer torpes o  carentes de intencionalidad (Kales et al., 1980, 1966). A pesar de ello, durante el episodio se puede mantener cierta habilidad para rodear objetos.

Tras el despertar, y de la misma manera que ocurre en los terrores nocturnos, la persona no suele recordar los acontecimientos y puede presentar cierta desorientación (Kales et al., 1987), aunque la activación y malestar tras el despertar son considerablemente menores con respecto a los terrores nocturnos.

La ansiedad y el estrés pueden influir en la aparición y frecuencia de los episodios de sonambulismo. En la infancia temprana, la aparición  se ha asociado con la ansiedad de separación (Petit et al., 2007). 

Sin embargo, en el caso de los adultos, la aparición parece ser independiente de la comorbilidad con otros trastornos psicológicos o de personalidad, en tanto las intervenciones terapéuticas sobre otras dificultades parecen no tener influencia en la disminución de los episodios de sonambulismo (Guilleminault et al., 2005).


Referencias

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