A pesar de que comúnmente se tiende a pensar que esta tarea depende exclusivamente del colegio, la familia y el entorno juegan un papel muy relevante en el fomento del hábito lector del niño. Mientras el colegio se encarga de la importante tarea de enseñar al niño “cómo leer”, la familia es la que se ocupa de reforzar y enseñar al hijo “qué es leer”. Más allá del ámbito académico, el uso de la lectura como forma de ocio y placer se adquiere en el hogar, cuando los padres valoran y dedican tiempo a esta actividad.
Al transmitir al niño la afición por la lectura, estamos proporcionándole algo más que una herramienta útil tanto para el ámbito académico como para desenvolverse en su vida cotidiana. Por un lado, la lectura constituye una forma de explorar, compartir y ocupar el tiempo de ocio del niño. Por otro lado, los sentimientos de empatía que surgen por los personajes de un texto promocionan mecanismos de identificación y creatividad que están relacionados con el pensamiento narrativo y emocional del niño.