Los Trastornos del Espectro Autista – TEA (Wing y Gould, 1979; Wing, 1981, 2003) son Trastornos del Desarrollo Neurológico (DSM V, 2013) que implican tres áreas distintas de interés clínico: dificultades en la interacción social, en la comunicación, patrones restringidos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades.
En el procesamiento perceptivo de las personas con TEA es frecuente encontrar una tendencia a priorizar los detalles sobre el procesamiento a nivel global de estímulos y situaciones (Happé y Frith, 2006). Una de las teorías que intenta dar una posible explicación a estas peculiaridades perceptivas y de procesamiento cognitivo en las personas con TEA es la Teoría de la Coherencia Central (Lovaas et al., 1979; Frith, 1989; Happé, 1999; Happé y Frith, 2006).
En su primera versión de la teoría, Frith (1989) se enfocó en la tendencia de los niños y adultos con desarrollo típico a procesar la información por su significado y su globalidad, a menudo a expensas de la atención por los detalles. La versión original de la teoría, otorgaba a una “coherencia central débil” en los TEA un papel causal en su dificultad de integración de información sensorial, necesaria para comprender situaciones sociales y la perspectiva de los demás (Baron-Cohen et al., 1985).
Desde su formulación, y en respuesta a los distintos hallazgos empíricos que se han ido sucediendo en las últimas décadas, la teoría de la coherencia central ha sido modificada en tres aspectos relevantes (Happé y Frith, 2006): 1) la hipótesis de una posible superioridad en el procesamiento local de la información; 2) la hipótesis de un sesgo cognitivo más que un déficit; 3) la hipótesis que una débil coherencia central sea más un aspecto del autismo que un factor causal de las dificultades sociales.