Las competencias narrativas consisten en un conjunto de habilidades que permiten al niño, al adolescente y al adulto contar y contarse a partir de recuerdos, representaciones mentales y de la propia experiencia.
Según Jerome Bruner (1990) la narración es una forma del pensamiento que se solapa con el día a día de nuestra vida, en contraposición con otra forma de pensamiento más categórico o paradigmático (que clasifica y busca leyes estables causa-efecto a los acontecimientos). Los seres humanos utilizan la narración en la vida cotidiana tanto para dar sentido al contexto social y relacional en el que se mueven como a sí mismos. De esta manera, el hecho de contar historias y acontecimientos personales facilita el uso del lenguaje que, en la modalidad narrativa, se convierte en una herramienta poderosa tanto de supervisión y elaboración de las experiencias como de predicción de acontecimientos futuros.